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18, febrero 2018 - 18:32

┃ Héctor Reyes

NOTA-TADEUS

POR HÉCTOR REYES

FOTOS: RAMÓN ROMERO

El profesor Tadeusz Kempka había librado una dura batalla en contra del cáncer de garganta, el último sobreviviente de entrenadores polacos que llegaron a través de un convenio de colaboración entre México y Polonia para los Juegos Olímpicos de México 1968. Tanto Kempka como su mejor amigo, Jerzy Hausleber, se quedaron a vivir en nuestro país y desde la noche del sábado se volvieron a reunir para conversar de su tema favorito: el atletismo.

Con su desaparición murió el último de los ocho polacos que llegaron a México para los Juegos Olímpicos de México 1968. Todavía ayer recuperado de los tratamientos contra el cáncer al que se sometió el año pasado trabajó en la pista de Xalapa, Veracruz, con sus últimos pupilos que participaron en el Campeonato Panamericano de Campo Traviesa.

Un accidente en su casa acabó con la vida del profesor que tenía dificultades para hablar, se cayó y un golpe en la cabeza puso fin a una parte sustancial de la historia del atletismo polaco y mexicano. A diferencia de Hausleber nunca se naturalizó. Le sobrevive su hijo, que llegó ayer al domicilio de su papá por la tarde, tras el aviso que le hizo Bernardo García, su inseparable auxiliar, ya que no contestaba el profe -así le decía- entraron a su casa y lo encontraron sin vida. Como nunca le agradeció por su incondicional apoyo antes de despedirse.

Entre sus filas Kempka tuvo a Juan Máximo Martínez, en dos ocasiones cuarto lugar olímpico en México 1968, a los dos mejores maratonistas de la historia de nuestro país: Rodolfo Gómez y Dionicio Cerón, así como el ganador de Nueva York, el controvertido Salvador El “Halcón” García.

De fe inquebrantable y recio carácter, el profesor Kempka logró salvar los tratamientos tradicionales de la temible enfermedad. Bernardo comentó que las quimioterapias lo dejaron bastante debilitado. Ya no era joven, contaba con 86 años de edad.

Gracias a su fortaleza física y principalmente espiritual, lo hicieron regresar a lo que ha sido su vida y pasión: el atletismo. Todavía por la mañana de ayer hicieron una escala en Coatepec, para desayunar en un lugar que no se podía perder, por lo delicioso y el café de altura, que le encantaba.

Conocedor del mundo y de las personas como instructor de la Federación Internacional de Asociaciones de Atletismo, director técnico de la Federación Mexicana de Atletismo, asesor de Alejandro Cárdenas en la CONADE, la vida de Kempka estuvo plagada de anécdotas e historias siempre dispuesto a compartir.

Otra de las facetas que tuvo el profesor y duró muchos años, la preparación física de los árbitros de la Federación Mexicana de Futbol, bajo su mando no se presentaron quejas por la mala forma de los silbantes y vivió una época importante en la internacionalización de los árbitros mexicanos en torneos oficiales de la FIFA.

De un largo historial olímpico, desde los Juegos de Helsinki 1952 que fueron sus primeros dirigiendo a la selección polaca de atletismo tuvo la dicha de formar unos de los mejores equipos de su país, e incluso dirigió a uno de los atletas inmortales, el marroquí Said Aouita para los Juegos Olímpicos de Seúl 1998.

Otro de sus grandes obras de su papel como entrenador fue Arturo Barrios, plusmarquista mundial de los 10,000 metros planos y aunque nunca pudo conquistar una presea de Campeonato Mundial o de Juegos Olímpicos, se convirtió en uno de los referentes en la transformación del atletismo mundial y muchas de sus marcas todavía son récords mexicanos.

La aportación histórica dentro del deporte mexicano no lo podemos pasar por alto, desde su llegada el 24 de mayo de 1966 hasta el último día de su vida, el 17 de febrero de 2018, se entregó a su trabajo; en las madrugadas en los distintos sitios de entrenamiento hasta las noches de café amó a nuestro país y cumplió con creces, la escuela mexicana de fondo es su legado. Le sobreviven su hijo Edward Kempka y dos nietas: Andrea y Fernanda.

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