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Mira

6, septiembre 2015 - 22:37

┃ Luis García Olivo

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DALLAS, Texas.- Un verdadero quilombo entre estrés, caos y falta de garantías de seguridad fue como se dio la llegada de Argentina a su hotel de concentración en esta ciudad de cara al choque contra México.
Casi 250 personas llenaron uno de los vestíbulos del prestigioso hotel para ver pasar por escasos segundos a los jugadores, pero en exactitud al imán llamado Lionel Messi.
Los paisanos se olvidaron de la Tricolor y se fundieron en la albiceleste, la hicieron de “malinchistas” y corearon hasta con cánticos pamperos a los sudamericanos que tardaron casi 45 minutos en descender del autobús para ingresar por una pequeña puerta al hotel.
Antes de la llegada todo era paz y armonía, pocos se imaginaron lo que sucedería. Y es que sin vallas o filtros de seguridad, la gente se arremolinó al momento de la llegada del autobús, el control se perdió y el caos comenzó hacer de las suyas. Niños iban y venían, los padres aumentaron el descontrol, madres y señoritas buscaron el mejor ángulo y la poca seguridad no se dio abasto.
El autobús se negó abrir sus puertas, nadie sabía nada, pero nadie se movía. Todo fue un show, policías llegaron al apoyo y los 250 aficionados dejaron un diminuto pasillo para ver desfilar a los jugadores, que esperaban impacientes arriba del bus.
El camión abrió sus puertas, pese a las pocas garantías, a la “viva México” los jugadores descendieron, la lluvia de teléfonos, gritos, empujones, rasguños y pisotones fueron los primeros indicios para lo que seguía, pues con Messi la locura fue total. Todo se puso peor y lo bueno fue que él le puso punto final al show, ya que fue el último en descender. Así el rival mexicano pasó lista a la ciudad de la estrella solitaria. (Luis García Olivo/ Foto: Jorge Barrera/Enviados)

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