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14, septiembre 2015 - 10:33

┃ ESTO

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CORTESÍA MIGUEL ÁNGEL GARCÍA SOTO
FOTOS: JUAN RAMOS

UNA apuesta por los grandes tiempos musicales fue lanzada ayer por la tarde y el preludio de la noche en la capital mexicana, un póker de talento musical conformado por Estela Núñez, Alberto Vázquez, Amanda Miguel y Diego Verdaguer ganó la partida de centenares de corazones que presentes admiraron un acto de voces sublimes en el Auditorio Nacional.
La cantante y actriz Estela Núñez fue el primer movimiento de la que se convertiría en una velada mágica del recuerdo. Se mostró implacable en el entarimado, lució un vestido rosa con figuras en negro. Acompañada de un mariachi en rojo vivo, ha calentado la garganta de las miles de almas expectantes que aclamaban a estos artistas insignes dentro de la escena musical en nuestro país.
Estela interpretó sus temas más emblemáticos, tales como: “Una lágrima”, “La del rebozo blanco”, “Si quieres”, entre otras, con las que ha provocado esbozos de alegría en el público joven y adulto en el recinto.
Para proseguir con el show, Alberto Vázquez sorprendió al salir a encuadre con un tanque de oxígeno, con el que sostuvo su cantar a lo largo de su presentación, en la que escuchamos: “Fue en un café”, “Colina azul”, “La historia de un amor” y concluyó su participación con las letras de “El pecador”, que fue una catarsis cautivadora y melancólica.
Entre aplausos entró Amanda Miguel, quien sin duda es una de las privilegiadas por el favoritismo del respetable. “Mi buen corazón”, “Así no te amara jamás” y “Él me mintió” fueron una catapulta para que la concurrencia entrara en júbilo.
Para cerrar con broche de oro junto con el resonar de palmas extenuantes, el cantautor Diego Verdaguer le puso la cereza al gran y enorme pastel con el sonido que impera su ritmo predilecto. Deleitó con “Pídeme”, “¿Usted que haría?” y “Volveré”, esta última para culminar una velada de éxtasis con músicos del ayer que no pierden protagonismo y que han demostrado no tener vigencia alguna.
Voces de época, éxitos inconmensurables y una atmósfera de grandes de la canción dejaron un sabor exquisito en el Coloso de Reforma.

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