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Mira

5, octubre 2015 - 20:54

┃ Fernando Schwartz

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POR FERNANDO SCHWARTZ

MATÍAS Almeyda, el técnico de Chivas, trae una interesante historia a la par de ser jugador y ahora técnico. Un hombre que dejó temprano el futbol por decepción, a los 30. Quien buscó otra forma de vida, pasó por depresión y volvió a los 35 años. En extenso diálogo con Fox Sports y “La última palabra”, Matías abrió su libro.
Lo que no mata, fortalece: “Digamos que eso fue a los 30 años, cuando dejé el futbol por decisión propia. No estaba de acuerdo con muchas cosas. Realmente no me hacía feliz y decidí dejarlo. Tenía contrato en Inter de Milán, no quise, decidí regresar a mi país con mis afectos y mi gente. Con el tiempo me di cuenta que al jugador de futbol todos lo apoyan para que sea jugador de futbol. Muy poca gente piensa en la persona. Mientras la pelota rueda hay amigos, parientes, representantes, dirigentes. Todos que van detrás del jugador, del famoso. Cuando dejé el futbol vi la realidad de la vida. Interesaba mientras jugaba y cuando no poca gente se quedó cerca. Me hizo mal. Luché durante cuatro años el tema de poder madurar, digerilo, y decidí volver al futbol con 35 años. Empecé a vivirlo de otro lugar”.
Hombre de retos: “Puede ser la vida que he llevado. Me fui de casa de mis padres a vivir solo a los 15 años. En ese momento River no me dio lugar para vivir. Fui a vivir a un lugar donde vivía gente humilde, cerca de Boca. Vivía gente que trabaja en semáforos pidiendo dinero. Me hice fuerte desde chico. Viví cosas buenas, malas, regulares. La calle es una escuela aparte. Con las herramientas de mis padres he aprendido a luchar. Vi a mi padre luchar para traer un plato de comida a la casa. En un momento panadero, pintor, mecánico. Hay cultura de trabajo y esfuerzo grande de mis seres queridos. Futbolísticamente sabía que si no me forzaba sería jugador del montón. Por mis características no tenía la calidad de otros jugadores, pero sí un amor propio terrible. Daba la vida por jugar al futbol. Tomo muy en serio lo que hago. Lo amo. Pongo todo. Logro disfrutarlo”.

LA PALABRA… EL FUTBOL…UN MUNDO DE INTERESES
Hombre de palabra. Lo demostró en una transferencia de River a Sevilla dejando a un lado Real Madrid: “Es verdad. Fue en los Juegos Olímpicos de 96 en Atlanta. Fuimos campeones con River en Libertadores, debuté en la mayor y fuimos campeones olímpicos. Fueron seis meses espectaculares. Como joven surgido de River, me querían varios de Europa. No me quería ir. Obviamente eran propuestas: cambiar de vida, lograr que mi familia cambiara de vida. Montón de cosas positivas, ir a otro futbol. Surge la posibilidad. Arrancaron varios, sobre el final era Sevilla, que ofertaba 500 mil dólares, Real Madrid un millón, Sevilla millón y medio. Así que ofertaron 9 millones 300 para un volante central en Argentina, era un reto. Se rompió el mercado. Pero fue por esa disputa, no porque los valía. Estaba Davice, presidente de River. En una oficina estaba Sevilla y otra Real Madrid. Me llamó y dijo: ‘Dónde vas’. Le dije: ‘A Sevilla, le di la palabra a Sevilla’. Me dijo: ‘Pibe, usted está loco. Qué Sevilla, Real Madrid es Real Madrid’. Le dije: ‘Mi palabra vale’. No tuve mucha visión. Sevilla descendió y Real Madrid fue campeón”.
Futbol, balón y un mundo de intereses: “La vida tendría que ser así. Hay muchos intereses. Muchos problemas en el futbol que me ocasionaron, es la falsedad. No entendí cómo una persona te saludaba porque jugabas bien y como te saludaba de otra manera si jugabas mal. La vida es así. No todo el mundo, pero sí hay gente quien vive así. Estoy en desacuerdo. Creo en la palabra. Con esto te llevas grandes desilusiones. No es lo mejor, lo peor, filosofía de vida y de vivir”.

LAS LÍNEAS DELGADAS Y EL ÉXITO
La delgada línea entre técnico y jugador: “Amigo, es difícil, lo podría ser, pero no, el jugador se puede llegar a confundir. Yo tuve entrenadores que fueron amigos míos, fueron compañeros, como Astrada, Pipo Gorositoi, que fuimos compañeros de vestuario, de victorias, cuando pasaron a ser entrenadores les dije: ‘Tomen decisiones, yo soy jugador’. Las parte humana no cambia. Siempre habrá un respeto. No por ser amigo le voy a faltar a usted. Pero es difícil, la línea es delgada, que el jugado tome confianza, que deje de hacer cosas que debe hacer en entrenamiento, campo de juego. Con respecto a la amistad. Es difícil. No me gusta ser un dictador. Creo en la democracia. No grito. Hay maneras de manejarse. Hay que hacer entender al jugador que uno toma decisiones acertadas y desacertadas. Unión, toma decisiones y ellos deben aceptar, deben trabajar minutos que se entrena y juega. Puede haber un diálogo cordial. Me gusta mucho conversar y enterarme cómo son sus familias, cómo viven. En Argentina hablaba con padres de jóvenes, sus amigos, había los que no eran”.
El resultado en el futbol: “Depende qué resultado y filosofía de cada entrenador. El resultado no te lleva al éxito. Cada quien tiene un propósito en la vida. No todo es lo deportivo. Me interesa el éxito humano. Que mis jugadores tengan herramientas para ser mejores jugadores y personas. Está el que gana, sigue adelante, el que pierde se va. Muchas veces pierdes, te vas y quedan cosas positivas. Muchas veces pierdes, no queda nada. No resultado, no nada. Un hueco. A veces ganas y también. Pero nadie tiene la verdad”.
Un balón sin clases sociales: “Cuando dejé el futbol me dediqué al campo. Dinero ganado en Europa lo invertí en tierras. Tenía un tambo donde se saca leche a la vaca. Vendía leche. Tenía un montón de animales. Me fui a trabajar ahí. Quería aprender el trabajo de la gente del campo. Me di cuenta tres meses que no sabía nada. Vi fácil que la vaca daba leche, no es fácil. Carne rica, no. Choque con la vida para ver realidades. Decidí viviendo en Buenos Aires hacer un centro deportivo diferente a los demás. Concentración. México estuvo ahí con su Selección, con canchas sintéticas, hierba natural, gimnasios, laguna. Intenté hacer en una zona muy alejada en Argentina, viene mucha gente con poder económico grande. Quise mezclar clases sociales. Nuestros hijos de colegios privados fueran a Buenos Aires. Futbol y por la pelota que se mezclen las clases sociales. No hay diferencias. Cuatro años. Cuando arranqué como entrenador no fui más”.