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15, octubre 2015 - 21:23

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manny ramirez

CHICAGO, Illinois (AP).- Uno de los mejores bateadores derechos de su generación y sin duda uno de los más difíciles de dirigir, Manny Ramírez ha regresado a los Cachorros… como coach. Nadie sabe bien cuál es su función exactamente, pero el impacto que está teniendo es enorme, una de las razones del gran momento de la novena.

El dominicano no figura como coach ni en ninguna otra capacidad en el equipo, que se apresta a jugar la final de la Liga Nacional. Pero casi todos los bateadores lo consultan regularmente y los jóvenes talentos latinos, sobre todo estrellas del futuro como Jorge Soler y Javier Báez, lo veneran y lo consideran una especie de gurú, que los guía en el beisbol y en la vida.

Cuando se le pidió que describiese el papel del Ramírez, el mánager Joe Maddon dio a entender que es una especie de enlace con la “cultura hispana” del club. Ante la misma pregunta, el joven toletero Kyle Schwarber encogió los hombros y dijo: “Yo solo sé que es Manny”.

Ni el propio Ramírez puede describir sus funciones.

“Hago lo mío”, se limita a decir, aludiendo a la frase que inspiró en sus días de jugador imprevisible “Manny being Manny”, o “Manny haciendo de las suyas”. Como si no fuese necesaria ninguna otra explicación.

Nadie puede cuestionar los conocimiento de bateo de Ramírez, quien jugó 19 temporadas en las mayores, fue seleccionado al Juego de Estrellas 12 veces, fue el más valioso de una Serie Mundial, salió dos veces campeón con los Medias Rojas, ganó en nueve ocasiones el premio Bate de Plata a la mejor producción ofensiva en su posición y es uno de apenas 27 peloteros con 500 jonrones. Era tan bueno, que podía hacer básicamente lo que le viniese en gana.

Sus aptitudes como guía de peloteros jóvenes no son tan claras.

Fue pillado dos veces usando sustancias prohibidas y prolongaba siempre las negociaciones de sus contratos. Luego de una productiva temporada con los Dodgers en el 2008, al preguntársele por su futuro, respondió entre risas: “La gasolina está cara y yo también”.

Resulta llamativo que haya regresado a los Cachorros, ya que tuvo fuertes encontronazos con Theo Epstein, director de operaciones de esa novena y quien también lidió con Ramírez en esa capacidad en Boston.

“Jamás pensé que me daría otra oportunidad. Pero aquí me tienen”, declaró Ramírez, quien hoy tiene 43 años. “Somos grandes compinches. Siempre hablamos del deporte y de los muchachos. Por eso estoy aquí”.

Si hay algo que no ha cambiado es el apego de Ramírez al trabajo. Esa cualidad siempre cayó bien entre sus compañeros y es sabido que, al margen de todas sus payasadas, Ramírez le dedicaba a la profesión mucho más tiempo y empeño de lo que la gente piensa. Y lo sigue haciendo.

“Apenas llego al parque, me dice, ‘¿quieres soltar el brazo?”’, relata el cátcher Miguel Montero. “Le contesto, ‘Manny, dame un respiro’, porque quiere trabajar todo el tiempo”.

 

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