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2, noviembre 2015 - 8:47

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París.- Laurent Blanc se la juega mañana en el Bernabéu, donde está obligado a dejar una imagen convincente para evitar que se instale la sensación de que, pese a sus buenos resultados domésticos, no es el hombre que precisa el PSG para dar el gran salto europeo que buscan sus propietarios cataríes.

Con un contrato que acaba a finales de temporada y sin que por el momento se anuncien negociaciones para su prolongación, el entrenador francés debe lavar la mala prestación que el equipo dejó el pasado día 21 en el Parque de los Príncipes (0-0) ante el Madrid.

Entonces, la afición francesa despertó de un sueño, de una ilusión cimentada a base de pasearse por los campos franceses, casi sin rival.

El todopoderoso PSG recibía a un debilitado Real Madrid, plagado de bajas, y con un entrenador, Rafa Benítez, cuestionado por sus planteamientos tácticos, que el propio Blanc se permitió de calificar la víspera del duelo de “voluntariamente defensivos”.

Eso dio alas a la afición y al club de la capital francesa, que se veía con fuerzas de conseguir un triunfo que les abriera las puertas del liderazgo del grupo A.

Pero en el césped la realidad fue dura con los franceses, superados en el centro del campo y que vieron como en su estadio eran los españoles los que mejores ocasiones de gol tuvieron.

El duelo fue un jarro de agua fría para el multimillonario proyecto catarí, empequeñecido ante la fortaleza madrileña.

Y puso en el disparadero a su técnico, que no supo encontrar respuestas a las necesidades del equipo.

Algo que le viene sucediendo desde que está al frente del PSG, con el que ha ganado todo a nivel nacional, pero con el que no ha logrado superar la barrera de los cuartos de final en el ámbito continental, pese a la constelación de estrellas que tiene bajo su cargo.

Hace dos temporadas cayó contra el Chelsea y el año pasado frente al Barcelona, dejando una imagen de que al grupo le falta algo para ser uno de los mejores del continente.

Por eso, pese a que Blanc presenta unos números extraordinarios, de que el año pasado ganó cuatro títulos en Francia, eliminó al Chelsea en octavos de final de la Liga de Campeones y de que esta temporada todavía no conoce la derrota, el técnico francés necesita un gran partido contra un rival grande para convencer a los cataríes de que es capaz de conducir al equipo lejos en Europa.

El Bernabéu se posiciona así como un escenario ideal y el Madrid como un rival de talla suficiente como para que el examen tenga la categoría de reválida.

Un buen partido en Madrid acallaría el baile de rumores que rodea, día sí, día también, el entorno al banquillo del club. Con José Mourinho al frente, la prensa francesa despliega una lista de especulaciones en la que también están Josep Guardiola, que tampoco ha prolongado su contrato con el Bayern de Múnich, y Arsene Wenger, la eterna ilusión de los propietarios del PSG.

Una mala prestación mañana contra el Real Madrid dejaría a Blanc desprovisto de argumentos para pretender seguir conduciendo a un club que solo aspira ya a crecer en Europa, porque en Francia no hay terreno para la mejora.

Ganador de tres ligas francesas, dos con el PSG y una con el Girondins de Burdeos, de una Copa de Francia y de dos Copas de la Liga, Blanc tiene un palmarés espléndido en el ámbito doméstico, pero, como demostró en su etapa de seleccionador (cayó en cuartos de final contra España en la Eurocopa de 2012), le falta doctorarse fuera de sus fronteras. EFE

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