HACE dos años la selección mexicana Sub-17 se topó en la final con Nigeria, en el Mundial de Emiratos Árabes Unidos 2013. La escuadra Tricolor llegaba como campeona vigente, ya que había obtenido en México 2011 el título. Sin embargo, se golpeó en seco contra la pared, al salir derrotada al son de 3-0 por las Súper Águilas.
Fue en el estadio Mohammed bin Zayed, de Abu Dabi, que los dirigidos por Raúl Gutiérrez, disputaron el título ante una máquina de hacer goles, que no sólo se imponía por su velocidad, sino también por su gran técnica.
La final, presenciada por más de 20 mil espectadores, sirvió para que los Aguiluchos confirmaran su supremacía en esta categoría, al sumar su cuarto título en la categoría.
Con una nueva victoria abultada ante México, 3-0, después de la goleada que le habían endosado en la primera jornada, los jugadores de Manu Garba fueron dignos de la confianza que el seleccionador había depositado en ellos antes del inicio de las hostilidades: “No veo a ninguna defensa que pueda pararnos. Sabemos que una Copa Mundial es diferente, pero nuestro ataque es vertiginoso. Puede destruir a cualquier equipo en su mejor día”.
Las palabras de Garba resultaron ciertas, y sus jugadores lo llevaron en hombros sobre el césped del Estadio Mohammed Bin Zayed para celebrar su nuevo triunfo en un Mundial sub-17; una victoria que quedará grabada en la memoria de los amantes del balompié. Su cuarto título y México se quedó con las ganas del tricampeonato.
Sin embargo, ahora las cosas pueden cambiar con la escuadra dirigida por Mario Arteaga, que mañana jueves tratará de romper los momios en el estadio Municipal Alcaldesa Ester Roa Rebolledo, pues nuevamente los africanos llegan como amplios favoritos.