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6, noviembre 2015 - 8:20

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CORTESÍA DE JESÚS TEPEPA

A TRAVÉS de la pantalla se ve aquella efigie que ha formado una brillante trayectoria en el bel canto -maravillas tecnológicas de esta era, dirían los antiguos-. Hace dos meses estuvo en tierra azteca, volverá el martes 10 de este noviembre al Auditorio Nacional. Él es el bien amado tenor maestro don Plácido Domingo.
“Tengo una gran alegría de ir a festejar este aniversario con mucha ilusión de estar en el Auditorio alternando con María Katzavara, siendo dirigido por el maestro Eugene Kohn; desde luego esperamos una noche espléndida”.
Recientemente fue operado, por fortuna se encuentra en plenitud para celebrar 55 años de haber debutado en México.
“Mi operación fue de emergencia, claro que me asusté un poco, pero ya me siento en gran forma y listo; la pasión por el canto me ha mantenido, es un privilegio seguir cantando, tengo juventud acumulada, entusiasmo, energía, me siento privilegiado de hacer feliz al público”.
Cantante, director de orquesta, promotor del arte…
“Todo tiene un grado de satisfacción, lo primero para mí es cantar, como director he tenido también grandes satisfacciones, son cosas diferentes pero cada una con inmenso amor a la música”.
El axioma dice que el rock debe ser cantado en inglés y la ópera como tal en italiano, quizá el maestro ya rompió ese esquema.
“Ahora se ha diversificado pues la ópera se encuentra en muchos lugares como el cine por ejemplo, pero no hay nada como disfrutarla en vivo y hacer que el público se vuelva fanático; sí soy en parte responsable de llevarla a las masas con conciertos como en la estatua de la Libertad o la torre Eiffel”.
Ese nivel de popularidad se ha incrementado dejando de ser elitista.
“Se ha popularizado, ya hay más teatros donde se presenta, la competencia es muy difícil, por suerte esto va para adelante, la juventud va surgiendo y hay que animarlos”.
Sus padres fueron en un momento dado, amos de la zarsuela.
“Tengo recuerdos entrañables de mi niñez con el privilegio de haber podido hacer una carrera fantástica, no hay nada comparable con hacer feliz a la gente”.
Llega hasta la memoria la tragedia de hace treinta años en México.
“Fue algo terrible, conmovedor, ojalá eso no hubiera existido jamás”.
Amado, idolatrado, siempre con una afabilidad inigualable en una estrella de su nivel.
“Siempre he sido el mismo, jamás pensé en llegar a este lugar privilegiado, somos seres humanos que tenemos un destino, debo dar gracias a mis padres, quienes me dieron dos vidas, como hombre y como artista; al público porque ellos eligen a los predilectos, sobre todo a Dios, que es lo más grande”.
El 10 de noviembre se engalanará con un don Plácido Domingo en plenitud.