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Mira

12, noviembre 2015 - 20:57

┃ ESTO

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LAS risas estremecieron los cimientos del Azteca.

Después de seis meses, el Coloso de Santa Úrsula le abrió las puertas a su hijo pródigo para así iniciar una nueva etapa, una historia llena de ilusiones y deseos por sanar viejas heridas. En punto de las cinco de la tarde, Juan Carlos Osorio pisó por primera vez la cancha del estadio Azteca como técnico nacional. Con gran admiración y respeto admiró el Coloso de Santa Úrsula, sonrió después de inspeccionar cada rincón con la mirada y comenzó a planear su debut.

Con pasos firmes, el colombiano llegó al centro de la cancha y con un grito llamó a los 22 seleccionados. El alarido los alertó y con un trote ligero llegaron hasta donde se encontraba el entrenador. Una vez reunidos, Osorio comenzó con una charla motivacional, la cual culminó con aplausos y porras para ellos mismos.

Posteriormente el estratega rodó el balón. A pesar de que trató de esconder su once inicial, el cafetalero mostró lo que desea de México en la cancha, un equipo defensivamente sólido y de media cancha hacia arriba dinámico, veloz y contundente, esto al dirigir un duelo interpretativo de escuadras.

Al concluir este enfrentamiento en el cual dividió al equipo en tres grupos. Los futbolistas estiraron los músculos trabajados para evitar una lesión. Otros dispararon a la puerta resguardada por los tres guardametas, Guillermo Ochoa, Alfredo Tavera y Moisés Muñoz.

Decio de María, presidente de la Federación Mexicana de Futbol, observó la práctica completa y hasta un balonazo recibió por parte de Alejandro Castro, lo que desató las carcajadas de todos los presentes; así culminó un entrenamiento lleno de alegría e ilusión.

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