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Mira

17, noviembre 2015 - 10:41

┃ ESTO

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CORTESÍA MIGUEL ÁNGEL GARCÍA SOTO
FOTOS: ALBERTO MONTALVO

CON ritmos cálidos y acústicos de melodías elegantes, el son cubano de Buenavista Social Club fue el catalítico mágico de una velada fulgurante en el Auditorio Nacional, donde cautivaron de principio a fin a las más de 10 mil almas que se dieron cita para presenciar el “Adiós Tour” de la ilustre agrupación musical cubana.
Desde el vasto universo social de la isla (Cuba), la noche del recuerdo se inauguró bajo el piano con el tema “Cómo siento yo”; en las proyecciones desplegadas en las pantallas a manera de semblanza, la figura de Rubén González, quien fuera uno de los pioneros de la agrupación. Este comienzo desató en el público (en su mayoría adulto) oleadas de vivas y elogios plausibles.
Durante el show, cada instrumento tuvo su momento estelar, ya fuera el trombón con el tema “Bodas de oro”; el trombón y la trompeta con “Rincón caliente”, hasta los timbales, percusiones y las cuerdas con “Black Chicken”; cada integrante fue agradecido con su respectiva dosis de aplausos y gritos de alarido. -bien merecido-, seguían los homenajes póstumos, esta vez de trasfondo las letras de “Bruca Maniguá” vislumbraba la imagen de Ibrahim Ferrer.
Por supuesto, el baile no se hizo esperar, el recinto era una fiesta eterna, desde las escalares, el graderío, cualquier espacio era digno para despegar las suelas del piso y poner en movimiento caderas, hombros, asentir con la cabeza los brotes musicales de “Marieta”.
El trombón anunciaba la entrada de la única e inigualable Omara Portuondo, quien se encargó de llevar al clímax con su impecable participación, desde el momento que pisó el escenario, el respetable no cesó un solo segundo de acompañarla al unísono de la interpretación de “Lágrimas negras”, “20 años”, “No me llores”, “Quizás, quizás, quizás”, “Esta tarde vi llover”. Sonaron en todo lo alto y ancho del inmueble; con esto la diva de la noche se despedía como los grandes (en su mejor momento).
No podía tomar otro rumbo, sin antes deleitar con la romanza de “Chan Chan” para recordar a Compay Segundo, y voltear de nueva cuenta el inmueble en la enormidad de fiesta, sin perder el ritmo siguieron con “El cuarto de Tula”.
“¡Viva México y Cuba por siempre!”, en una falsa despedida; tras el ritual de “Otra, otra”, regresaron al entarimado vehementes y vigorosos a culminar una noche de son cubano en la capital. “Dos gardenias” y “Candela” cerraron con broche de oro tan magno espectáculo digno del recuerdo.

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