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Mira

21, noviembre 2015 - 13:22

┃ José Ángel Rueda

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POR JOSÉ ÁNGEL RUEDA

Como si el tiempo se pudiera regresar, el Barcelona reinventó una época que parecía enterrada. El equipo blaugrana saltó al Bernabéu con una extraña confianza, sin Messi, pero con su idea clara, decidió escribir su historia mediante la pelota y la contundencia. El Barça goleó 4-0 al Madrid siendo el Barça, sin miedos, sin reservas, como tenía tiempo no lo hacía. El cielo se pintó de azul y grana, el infierno, por una vez en la vida, es más blanco que nunca.

Cuentan que la desconfianza se huele, que salta a la vista en destellos que para algunos pasan inadvertidos, pero para otros no y ahí radica la enorme diferencia. El Real Madrid, ante el Barcelona, se hace fuerte en relación a la confianza que tenga, con Mourinho y Ancelotti los merengues confiaban en ellos, en sus capacidades, y con esa bandera peleaban y a veces ganaban y a veces no, pero peleaban.

Con Rafa Benítez sucede lo contrario, previo al partido, daba por pensar que el Madrid llegaba mal, aunque no se sabía cuánto. El Barcelona tuvo la virtud, como en otras ocasiones de oler la desconfianza merengue y a partir de ahí sembrar el pánico, el miedo que va en aumento mientras los minutos pasan y los goles caen.

El inicio no fue del todo malo para los de Benítez, como un huracán que va perdiendo fuerza, lo intentaron sin llegar a ser precisos, poco pudieron inquietar a Bravo con el parado que se inventó el técnico blanco. Volvió James en lugar de Casemiro y también la regresó la BBC, sin embargo, aquellas letras que tan juntas estuvieron por meses parecían signos independientes, ajenos a la idea y al futbol.

El Barcelona, por su parte, respondió rápido, como si de un interruptor que de pronto cambia el rumbo del partido, un disparo de Neymar tras una asistencia de Suárez mandó el primer aviso, el balón se fue muy lejos pero poco importó, minutos después Sergi Roberto, el nuevo imprescindible del medio campo cabalgó por el centro y habilitó a Suárez, quien definió de derecha al segundo palo, pegándole con tres dedos para evitar el esfuerzo de Navas.

De ahí el partido fue como una montaña rusa que por minutos baja para después subir con vértigo. El Madrid buscó mediante el físico frenar el ímpetu culé, por momentos lo consiguió, sin embargo se olvidó de lo principal, el esférico siempre fue blaugrana y ante esa desgracia el Madrid se dedicó a sufrir. Ronaldo, con una jugada muy suya por el extremo derecho, lanzó un autopase que dejó sembrado a Alba y después centró, pero Bravo rechazó acertado. En esa transición llegó el segundo del Barça, el medio campo recuperó cuando el Madrid salía, Iniesta habilitó a Neymar, en fuera de lugar, quien definió ante la salida de un indefenso Keylor.

Al filo del descanso, Marcelo evitó el tercero, en una jugada magistral que, de terminar en gol, bien ganado tendría el lugar en alguna antología. Neymar se quitó la marca por la izquierda, condujo, combinó con Suárez y sobre la línea le devolvió el balón al uruguayo; su remate salió muy flojo y a la dirección de Marcelo, quien salvó sobre la línea. Con ese susto terminó una parte de la pesadilla. Pero faltaba más.

Para el complemento, el Madrid salió con fuerza en busca del empate. Dos oportunidades en apenas cinco minutos hicieron creer a la grada del Bernabéu en el milagro, sin embargo, Bravo estuvo atento en el fondo. Sobre todo en un disparo de James que por poco se mete en la base del poste derecho. Pero este Madrid es como una mecha que no enciende, los avisos se apagaron cuando el Barcelona controló el esférico y volvió a su monólogo, a sus pases cortos y precisos. Con su medio campo que acapara el juego hasta cuando parece innecesario. Busquets, gigantesco, repartió el balón a sus costados, en donde siempre encontró cómplices.

Iniesta decantó por completo la balanza con un gol maravilloso, tras una asistencia de taco por parte de Suárez, el de Fuentealbilla reventó el balón para clavarlo en el ángulo. El 3-0 fue como un clavo que ató la tardía respuesta merengue. Eso y la entrada de Messi, como para marcar un territorio tomado desde mucho tiempo atrás.

Es cierto, el Madrid lo intentó, más con ímpetu que con futbol, Ronaldo tuvo un mano a mano que terminó en una salvada casi milagrosa de Bravo, Isco lo buscó, Modric quiso ser profundo, pero cuando la cosa se nubla es difícil ver el sol. El conjunto blanco se quedó en intenciones. Suárez puso el cuarto con una buena definición ante el debutante arquero tico, a su salida picó el balón y cerró una noche que quedará guardada, mágica y trágica, tan solo dividida por una línea muy delgada determinada por la pasión y los gustos.

El Barcelona se pone seis puntos por delante del conjunto merengue y recupera a Messi para lo que resta de temporada, retos quedan, vendrá Japón y muchas cosas más. De paso, suma otra victoria histórica, no de un equipo, sino de una generación. El Madrid, por su parte, deberá arreglar una situación que pinta bastante complicada, a ver cómo sale Benítez de ésta. Lo cierto es que no es la primera vez que pasa, el conjunto meregngue se levantará, de eso no cabe duda.

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