LA excusa de que los árbitros son humanos no cabe en Roberto García Orozco. El silbante en el partido Pumas-Veracruz tuvo una tarde para el olvido.
Decisiones incorrectas, marcajes indebidos y un penalti clarísimo en los últimos minutos que le hubiera dado el pase a Veracruz no fueron sancionados. El silbante se llevó los reflectores en una tarde donde Universidad avanzó a la siguiente ronda.
El tema García Orozco dio de qué hablar desde el inicio del choque. Con apenas ocho minutos en el reloj, la UNAM se adelantó en el marcador. Ismael Sosa y Fidel Martínez completaron una jugada fantástica. El “negrito en el arroz” fue que el ecuatoriano se encontraba en fuera de lugar.
El juez no lo observó y dejó pasar el hecho. Así, el local se puso en ventaja a partir de una jugada que no debió de contar.
Las cosas continuaron en el mismo tenor. García Orozco tomó decisiones incorrectas. Mientras en algunas jugadas estuvo cerca, en otras apareció muy lejos.
La cosa empeoró al final del choque. Primero permitió que Pumas hiciera tiempo innecesariamente. Un ejemplo fue el choque de Daniel Villalva con Alejandro Palacios. “Pikolín” fue apenas tocado y se quedó un par de minutos tirado. El árbitro no dijo nada al respecto.
Posteriormente, el mismo Palacios hizo tiempo de más, acomodó los anuncios a su gusto y después de cerca de 30 segundos apenas fue amonestado.
La última jugada cerró el desastre. Julio César Furch cayó en el área, el contacto fue clarísimo. Penalti para Veracruz que ni siquiera fue considerado.
García Orozco resolvió con un “siga”, al tiempo que los jarochos reclamaron infructuosamente. Al final, Roberto escuchó los reclamos de Carlos Reinoso, pero ni se inmutó. La soberbia se leyó en los ojos del silbante, quien no deberá de pitar en lo que resta de la Liguilla. (Miguel Mújica/Foto: Jorge Barrera)