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29, noviembre 2015 - 22:03

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POR HORACIO SOTO CASTRO
FOTOS: ALEJANDRO VILLA

CON un final dramático y con división de opiniones concluyó la séptima corrida de la temporada en la Plaza México, en la que Octavio García “El Payo” se alzó como gran triunfador y reafirmó que en él vive un torero en toda la extensión de la palabra, además de que dio muestras de pundonor y profesionalismo al abandonar la plaza por su propio pie, cuando debió salir a hombros de los entusiastas al cortar dos orejas, pero seguramente consideró que el apéndice de su segundo toro no la había ganado por la división de opiniones que manifestó el público.
Quien esto escribe considera que el auricular fue bien ganado por lo que hizo ante un toro que tuvo sus complicaciones y no buscó el aplauso fácil al ser empitonado en dos ocasiones, salvándose de un percance mayúsculo y dejar media estocada.
El juez Gilberto Ruiz Torres estuvo un tanto dubitativo al preguntarle sobre la premiación y dijo que no debió otorgarla porque la espada estaba un tanto defectuosa, sin embargo, el toro dobló de inmediato. Hubo fuerte petición de oreja y cuando la otorgó se soltaron las protestas.
Eso es lo bonito de la fiesta, cuando aparece la pasión y los “istas”. Y nuevamente señalaremos que en estos casos las orejas son pedazos de toro, pues lo realizado por el torero ahí quedará en la óptica de los que presenciaron ese trasteo.
Y debe quedar asentado que la corrida de ayer rebasó los límites de lo interesante, pues en el ruedo se vieron toros muy bien presentados, bravos, enrazados, a los que había que poderles, y los alternantes estuvieron con gran disposición y haciendo honor al título de matadores de toros, que presentaron complicaciones y que no eran fáciles. Desdichadamente bajó la entrada.

“EL PAYO”
Octavio García “El Payo”, quien iba saliendo de un padecimiento estomacal con un virus que le descubrieron, no estaba totalmente en condiciones, pero no quiso perder la oportunidad de torear y se pudo ver que salió a jugarse la piel y salió triunfante, siempre en la línea de fuego, sin pedir ni dar cuartel.
Su primero de salida no fue franco en la embestida, pero bregó atinadamente y después de la suerte de varas realizó una faena de mucho mérito toreando por ambos lados con temple y mando, intercalando molinetes. Realizó la dosantina y el cambio de mano para escuchar una gran ovación. El toro hizo cosas de manso y se fue a la zona de toriles y ahí le ejecutó más muletazos. Se perfiló a matar y se fue por derecho para cobrar soberbia estocada hasta mojarse los dedos. Petición que se concede y palmas al toro, mientras que caían las dianas en honor del queretano.
Con el que cerró plaza, que de salida saltó al callejón, volvió a lesionar de la mano izquierda a Gonzalo Martínez. Este toro se lo brindó al público para gran ovación (lo que son las cosas, en relación con el final). Inició su faena por alto, muy vertical, sin moverse, y hasta seis pases le endilgó. Ayudados y naturales buenos y el toro se aplomó. Se quedó a media suerte y el diestro lo aguantó y le dio el muletazos. En un pase con la izquierda fue prendido y lo volteó feamente, pero se levantó para seguir toreando y posiblemente se confió y nuevamente lo cogió en fea forma y lo trajo como muñeco, pasándolo de un pitón a otro y luego soltarlo y darle tremenda paliza en el suelto. Nuevamente se levantó para terminar con la vida de Patorro con media. Oreja con la que dio vuelta entre aplausos y protestas.

PIZARRO
El diestro capitalino Federico Pizarro tuvo una tarde sol y sombra, pues su primero se dejó meter mano y le hizo una faena con su corte fino. Primero en chicuelinas, muy ajustadas y en quites por gaoneras templadas. Y con la muleta se fue al centro del ruedo para iniciar su labor con el péndulo que entusiasmo. Con la muleta el toro fue un tanto indefinido, él anduvo tranquilo y tejiendo su faena por los dos lados con temple y largueza, intercalando pases de trinchera y de la firma y terminó con una tanda de naturales y de pintura. Tres cuartos de acero apenas desprendida y petición muy leve y saludo en el tercio y palma al toro. Su segundo fue mejor, pues tuvo más recorrido. Pero Federico perdió la brújula y no se acopló y dio muchos pases sin conectar. Mal matando y escuchó un aviso.

URDIALES
El diestro español Diego Urdiales reafirmó la impresión que dejó ver en la corrida de su presentación y el público lo recibió calurosamente y él respondió a plenitud. Dejó ver su toreo de capote en verónicas y después en chicuelinas. Faena con ayudados y naturales, pero muy a la española, con tandas cortas, porque el toro no daba para más y no repetía. Muletazos, unos buenos y otros regulares. Con la espada no anduvo fino y tardó en matar. Pitos al toro y silencio para él.
Con su segundo, Bilbadero, del encaste español de Atanasio Fernández, estuvo soberbio por la catadura del toro, que seguramente terminó muy violento porque le faltó castigo al romperse la garrocha de Carlos Domínguez, que lo picó apuradamente. El toro embistió de largo con emotividad y violento con mucho recorrido y Urdiales le dio los muletazos que necesitaba. Urdiales hizo caso omiso al peligro que fluía del toro y se metió entre los pitones e hizo la faena con toda clase de pases. Mató de feo bajonazo y aun así lo hicieron salir al tercio y palmas al toro.
Los subalternos: Gustavo Campos saludó en el tercio y fueron aplaudidos Christian Sánchez, Diego Martínez y el picador Carlos Domínguez.

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