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Mira

1, diciembre 2015 - 9:57

┃ Fernando Schwartz

nota-futm-arbitros-codesal

SON humanos. Los errores son propios, esto no se discute, pero cuando lo propio se vuelve común ya resulta extraño y urge una sacudida en el arbitraje mexicano. Es cierto que a nivel mundial hay crisis en este sector, pero en México no basta con las explicaciones a sus decisiones a través de la pagina de la federación, cuando el daño ya está hecho y nadie lo puede cambiar. Es cierto que la tecnología y repeticiones de todos los ángulos y en cámara lenta dramatizan más lo que ellos deben decidir en fracciones de segundo, es cierto que los exárbitros, hoy analistas de televisión, y todos ellos con nombre en el futbol juzgan severamente como parte del llamado show business que es el futbol, pero si este negocio requiere de los jueces, el momento de la equidad toca urgentemente a la puerta del futbol mexicano. Cuando una decisión es favorable a un grande en forma errónea, da para hablar de deshonestidad y favoritismo. Cuando se da una mala decisión contra cualquier otro, la polémica no va al extremo, pero en ambas corrientes lo preocupante es que las decisiones arbitrales van al marcador, golpean al espectáculo y muestran un vacío enorme, cuando las mejores cartas que existen toman decisiones absurdas en jugadas de rutina, y no de las llamadas de apreciación. Una agresión en propia cara que no es sancionada con la roja, una actuación divina de “Pikolín”, que al no ser un clavado en el área rival, no se juzga como de engaño al árbitro, las reclamaciones constantes en la desesperación de que lo evidente es visto por todos, menos por quien imparte justicia. La Liguilla es el esfuerzo supremo de ocho sobrevivientes a la liga en busca de la gloria. Los ocho sueñan con tenerla. Los ocho sueñan con luchar por ella, pero cuando estas alas de vuelo se ven cortadas con estas decisiones, nos deja muy en claro que es momento de dar un viraje de 360 grados al arbitraje mexicano, que lleva meses, ya años, en los cuales ha perdido el nivel de excelencia. Primero era el ordenador que elegía al azar. Ahora se elige con el mismo ojo humano que valora el partido y la personalidad de quien lo debe dirigir, pero justamente cuando la personalidad idónea en el escritorio, es patético en su actuación en la cancha, entonces, ¿qué hacer para recuperar la excelencia? ¿Que hacer para que la instrucción sea la debida? Y aunque los errores propios del ser humano son en cualquier actividad de nuestra vida, queda claro que hay un vacío tremendo. Una cosa es que González Iñárritu administre y otra que Codesal instruya. Ha llegado el momento de darle un giro total a la directriz arbitral. La administración se lleva institucionalmente, pero la instrucción merece una sacudida. Como a muchos brillantes mexicanos, la ley de no existe, aunque fuiste figura y tienes capacidad, es patente. Armando Archundia, brillante en el mundo, estuvo y lo devastaron. Codesal ha ido y regresado. Han recurrido a exárbitros para asesorías y opiniones, siendo que las pusieron en la mesa y en su momento Mancilla los mandó a volar. Y hoy, ¿dónde está Mancilla? Hundido por su ineficiencia. Marco Antonio Rodríguez, quien como árbitro fue duro, fuerte, estricto, con apego al reglamento, hoy retirado, está en plena madurez y con todo el reconocimiento del mundo futbolero, tan es así que estuvo en las comisiones del Mundial Sub-17 y ha estado involucrado en las más altas esferas del arbitraje, sin hacer mucho ruido, pero el mal de Moctezuma, que a lo mejor patentó la cubeta del cangrejo sin saberlo, no es aprovechado. Está en la TV, pero Arturo Brizio le sabe y un buen a esto, dejando un legado. Lalo Brizio hizo lo propio en su medida. Boni lo hacía con pasión, como hoy lo critica. Ramos Rizo fue vilipendiado por un asunto y el que lo embarcó sigue. Nunca he entendido por qué en México la experiencia de vida y de vivencia en el campo de los hechos nunca es aprovechada en su máxima expresión. El arbitraje mexicano está en picada y tal vez irónicamente, como decían en la escuela, ENCIERRA EL FACTOR ENTRE PARÉNTESIS Y REDÚCELO A SU MÍNIMA EXPRESIÓN… Ahí está encerrado el arbitraje mexicano hasta que el factor sea reconocido y vuelva a ser maximizado.

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