CALLADOS, serios y concentrados, así culminó el último entrenamiento de Pumas previo a la Gran Final. No importó que algunos aficionados aguardaron para esperar ver a los integrantes del equipo en el que depositan toda la confianza de una hazaña ante el marcador adverso de 3-0 que Tigres obtuvo en la Ida; mucho menos que un puñado de medios comunicación estuvieran al pendiente de lo que fue, quizá, la última práctica de los felinos en el año, en busca de un título que se anhela e ilusiona.
Nada de eso importó, porque los universitarios trabajaron en el Estadio Olímpico Universitario, encerrados. Sin dejar la mínima posibilidad de un acercamiento, pues el camión los esperaba en uno de los túneles para así dejar el inmueble sin molestia alguna; si de autógrafos ni cuestionamientos.
La concentración es completa. No es nada fácil asimilar que en el primer capítulo de la batalla final el cuadro de Guillermo Vázquez haya sido exhibido por Ricardo “Tuca” Ferretti, por elementos como Jürgen Damm, Javier Aquino y André Piere-Gignac. Tres goles de ventaja que parecen tener dictada la sentencia, sin embargo, entre todo el hermetismo, encierro y demás, hay esperanza y confianza en poder revertir la situación, en poder quitarse esa loza con la que los auriazules cargan en esta fase de Liguilla en la que no han mostrado ese potencial del que gozaban en el último tercio del torneo regular.
Así sin más, Pumas culminó ayer la misión de reencontrarse en el campo para esta noche presentarse en el césped universitario y hacer frente a los de la UANL. Todos en equipo se trasladaron al hotel de concentración, a la espera de que el reloj marque a las ocho y media de la noche para comenzar la algarabía, la gran final del futbol mexicano. (Abigail Parra/Fotos: Martín Montiel)