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13, diciembre 2015 - 23:27

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POR JOSÉ MARTÍNEZ BRACHO
FOTOS: JORGE BARRERA, JOSÉ LUIS GARCÍA Y MARTÍN MONTIEL

CUANDO el futbol da partidos como el de anoche, los calificativos sencillamente no alcanzan. Pumas hizo todo para consumar una de las hazañas jamás alcanzadas en la historia del balompié mexicano, pero Tigres –desde los once pasos– obtuvo su cuarto título de por vida, pese a perder 4-1 (4-4 global) en un pletórico estadio Olímpico Universitario.
La gesta universitaria, luego de ir abajo 0-3 tras la dolorosa derrota en el juego de ida de la gran final, hacía pensar en aquel dicho que reza “caballo que alcanza, gana”. Otros pensaron en la repetición de la única remontada por tres goles, justo hace 30 años en el estadio Azteca, cuando el América vino de atrás para darle la vuelta al Tampico Madero en el Torneo Prode 85. Pero la mala puntería auriazul, desde el manchón de penalti, concedió finalmente el trofeo al conjunto norteño, en una batalla que será recordada por siempre.
Corazón, orgullo, valor, dignidad. Todos los honores acompañaron a los Pumas y, pese a todo, no conquistaron el campeonato. Sin embargo, lograron algo mucho más valioso: el corazón de toda su afición, que orgullosa vio a su equipo recibir el trofeo de subcampeón, tras 120 minutos de alarido y emociones al por mayor.

¡QUÉ PARTIDAZO!
La exhibición ofrecida anoche por los Pumas en el emblemático inmueble de Ciudad Universitaria será recordada por siempre. Incluso tendrá que aparecer justo al lado de los siete trofeos de campeón que a la fecha lucen en las vitrinas auriazules.
El descalabro de 3-0 sufrido el jueves pasado en el estadio Universitario hacía pensar a propios y extraños que la final estaba más que decidida. Nadie imaginaba que Pumas regresaría, alargaría la historia hasta los tiempos extra y tras el golazo del francés Gignac, exigiría la contienda a la tanda de penaltis.
Después de que Tigres aplicó el hielo durante el primer tiempo, el gol de Eduardo Herrera –en el minuto 44– resucitó a Pumas. El centro del Chelo Alatorre rebotó en la humanidad de Matías Britos y el “Grande” empujó el esférico con decisión.
A partir de ahí los felinos volvieron a ser la fiera que lució a lo largo de la temporada regular. Y en el complemento, incansables, dejaron todo sobre el césped. Acorralaron a los Tigres y le marcaron dos goles más. Tres tantos, lo que ningún equipo pudo hacer en todo el certamen.
Primero, el cabezazo de Britos, catapultado por Fidel Martínez (en calidad de relevo), acercó aún más al equipo capitalino (54’). Y después, el bombardeo se intensificó contra la puerta de Nahuel Guzmán. Hasta que a falta de cuatro minutos para el silbatazo final (86’), Cortés cobró un córner, Silvio Torales (quien prácticamente no sumó minutos en todo el torneo) cabeceó y fusiló para el glorioso 3-0 (3-3 global).
Mas en el último minuto, sobre la línea la salvó Briseño y Lalo Herrera lo atropelló, al llegar en forma tardía, para ganarse la tarjeta roja.
Con un hombre menos, Pumas encaró el tiempo extra. Y Tigres se recuperó. Tanto que acorraló al local, hasta que una genialidad del francés Gignac devolvió la ventaja a los norteños. En un palmo de terreno, André-Pierre bajó el balón como maestro y remató a puerta para el golazo que parecía el del título (102’).
Para hacerlo más dramático, Hugo Ayala acumuló tarjetas y salió expulsado al minuto 115, para quedar ambos clubes con 10 jugadores cada uno. Pero a dos del silbatazo (118’), Alatorre sacó desde la banda derecha, Dante López (otro relevo) prolongó, Fidel la acarició y el esférico le cayó a Gerardo Alcoba, quien sin tiró para clarear a Nahuel y enloquecer aún más a la multitud enardecida, que desde ya coreaba el empate global como un triunfo.
Los penaltis dijeron otra cosa. Las fallas de Fidel y Cortés evitaron que Pumas consumara la gesta. Jiménez, el del pase a Gignac en el único gol regio de la noche, cobró el penal decisivo a la perfección. Y contagiado por la euforia que da un partidazo de esta magnitud, Nahuel Guzmán besó a su compañero en la boca, para sellar el espectacular logro de Tigres. Por eso, esta épica batalla será recordada como aquella en la que los grandes felinos perdieron ante las fieras del norte, pero en realidad ganaron el máximo trofeo al que se puede aspirar… El corazón de una afición, verdaderamente orgullosa de sus Pumas.

PENALTIS
0-0 Fidel Martínez a la derecha de Guzmán, pero su disparo lo voló.
0-1 Gignac, perfecto casi al centro y con mucho coraje.
1-1 Ismael Sosa golpeó a la izquierda.
1-2 Juninho, con buen engaño del defensor a la izquierda de Palacios.
2-2 Luis Fuentes cobró de manera soberbia casi al centro.
2-3 Rivas, con elegancia a la diestra.
2-3 Javier Cortés proyectó y lo atajó el meta regiomontano.
2-4 Israel Jiménez selló el título con tiro espectacular.

 

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