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Mira

15, diciembre 2015 - 11:11

┃ Fernando Schwartz

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LA final entre Pumas y Tigres del domingo pasa como una de las más emocionantes en la historia de los torneos cortos y en general desde que se implantaron las liguillas.

Un regreso espectacular cuando nadie lo pensó, y me incluyo, ante la mejor defensa del torneo que sólo había recibido 16 goles en el torneo y que de sopetón en una noche se llevó cuatro, que obligaron a los penales.

Cuarta corona de Tigres. Cuarta de “Tuca”, 4-4 el global y en el cuarto penal de Israel Jiménez se acabó para la coronación. Por ello en días anteriores comentaba que era la final del cuatro y lo fue porque nunca hubo nada más determinado que al minuto 44 Herrera le dio la vida a Pumas, y Torales, que sólo jugó 9 minutos todo el torneo, fue el as de bastos para dar lugar a la historia. Pero queda en el aire la circunstancia si el futbol mexicano es camaleónico que en solo cuatro días pueda mostrar dos caras de los dos protagonistas. Cada uno fue dueño absoluto en casa. Cada uno mandó en su territorio y en la casa ajena fueron la misma calca, de falta de futbol, control de juego, de posesión.

Dicen todos y lo acepto también que el futbol mexicano es tan competitivo que cualquiera le gana a cualquiera y esto quedo demostrado en la gran final, donde Pumas de víctima terminó como héroe y donde Tigres de supremo terminó como terrenal en una noche plagada de errores. Donde la mejor defensa vio cómo su meta fue mancillada y dentro del área, donde su fortaleza fue manifiesta en el campeonato. Pumas con dos cabezazos de Torales y Britos en mala marca y dos rebotes de Herrera y Alcoba tuvo para tener la esperanza. De acuerdo, esto da el formato de liguillas, pero quisiéramos un balompié mas regular y no de altas y bajas. Un equipo que golea es goleado a la semana siguiente.

Un equipo que es superior cinco jornadas después cae y llega otro. Esta vez el superlíder con cinco malos juegos de Liguilla, dio un sexto extraordinario y ahora se va por la puerta grande aún sin corona. Hay técnicos con trébol de cuatro hojas y otros no. Memo Vázquez ha perdido dos finales intensas, dramáticas, de volteretas, de efectos camaleónicos, y su carrera ya está marcada por esta circunstancia. Como jugador vivió caras similares. La goleada frente a Chivas en representación de Toros Neza con el mediodía del gusano, o como jugando sólo un partido fue campeón con Pachuca. Ese es su destino. La portería donde se tiraron los penales y Tigres se coronó con el gol de Israel Jiménez es la misma donde “Tuca” de tiro libre salvaje anotó en donde Pumas se coronó en Ciudad Universitaria. En la cancha de CU todos salieron ganando y Tigres fue el campeón.

Estuvieron próceres Pumas que dieron títulos y que hoy se lo arrebataron como “Tuca”, Hugo Hernández y Miguel Mejía Barón del lado opositor y tan camaleónico es el futbol mexicano que con el rival salieron campeones en la casa que fue su alma máter futbolística. Yo en verdad prefiero un futbol camaleónico, de emociones, de errores y aciertos, que una liga dominada sin ton ni son por dos o tres, máximo cuatro, mientras los demás son comparsas. Ese tono camaleónico que tiene el futbol mexicano es lo que le da el sabor al caldo. Siempre puede pasar algo y Pumas hizo que pasara en un duelo realmente emocionante y atractivo.

Un duelo que parecía diluido por las fumarolas del Volcán, pero Pumas se erigió como su Torre de Rectoría en un gigante que hizo vibrar el Olímpico y que llevó la esperanza de una remontada heroica que quedó frenada tan solo en los penales. Un ex Olympique en el Olímpico mató la vuelta olímpica.

Ese gol de Gignac fue espectacular, y aunque Alcoba metió emoción, el momento anímico era de Tigres. Hasta el arbitraje camaleónico se recompuso en la final con un fino detalle. Israel Jiménez debió ser expulsado y al no serlo fue el héroe del cuarto penal. Camaleónico que Memo pierde su segunda final en penales, y ambos goles se los anota un lateral. Layún aquella vez. Hoy Jiménez. Memo debe irse con la frente en alto, pero su planteamiento no puede ser camaleónico como lo fue en la Liguilla.

“Tuca” es campeón por cuarta vez, pero la calidad de su plantel de Tigres no puede ser camaleónico, de lo supremo a lo paupérrimo, en sólo cuatro días. Pero bueno, a final de cuentas el tener una liga camaleónica nos hace felices, ya llegará la regularidad, y el día que llegue, ojalá tengamos tan buen torneo como este. Tuvo y dio para todo, donde el tono camaleónico invadió todas las áreas, incluyendo el arbitraje, y siendo así, queremos regularidad dentro y fuera de la cancha para en verdad aspirar a ser Premier.

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