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Mira

23, diciembre 2015 - 8:56

┃ Fernando Schwartz

nota-futm-miguel-herrera

UNA de las mayores lecciones del 2015 es que la Selección mexicana debe hacerse respetar en la cancha y fuera de ella. Siendo el objeto del deseo de millones de mexicanos, la Selección debe ser ejemplar y más allá de los resultados que obtenga no puede andar dando tumbos y cayendo en baches que han llevado a un camino de piedras, de procesos incumplidos y sobre todo de desconcierto cuando parece encarrilarse y vuelve a caer en la normalidad. México no puede volver a partirse en dos para cumplir en Copa América y en Copa Oro. No puede caer en provocaciones extracancha que le cuesten una chamba al técnico, no puede ir en cada proceso hilando e improvisando para poder conseguir los ansiados boletos a los eventos internacionales y sobre todo debe aprender que la paciencia y la perseverancia en aras de la continuidad es lo que lleva finalmente al camino del éxito. Un 2015 de muchos altibajos en el equipo de todos los mexicanos, comenzando porque la verde se quedó en el baúl de los recuerdos y desde ese pequeño detalle se pierde la identidad acostumbrada, por más que la moda sea la que mande en muchas ocasiones. La Copa América dejó mal parado al balompié mexicano y la forma en que se ganó la Copa Oro sembró más dudas que certezas, ya que si bien el fondo era ganarla, como se dio, a final de cuentas dejó al Tricolor en una situación incómoda y difícil, quedando más que en claro la situación de que la retina sólo mantiene en su mirada el último impacto y con el interinato de “Tuca” ganando el pase a la Confederaciones como que todo se borró de un plumazo, que ahora con tintas azules y rojas es como Juan Carlos Osorio quiere pintar su camino, que comenzó con dos victorias en la eliminatoria, pero que tendrá su punto álgido en el 2016. La legión mexicana en Europa se ha afianzado y eso le viene de maravilla al Tricolor. Si a esto le combinamos la brillante generación Sub-23 que va a Olímpicos y la suma de valiosos elementos de la Sub-20, la Selección está ante la posibilidad de una generación brillante que poco se había dado y que en su mezcla puede ilusionar en el Mundial de Rusia 2018, donde debemos olvidarnos de hablar del famoso quinto partido, siendo mejor aspirar a lo máximo porque para eso se va a competir en aras de superarse y no poniéndose barreras. El 2015 nos enseñó que no hay madurez en una Selección mexicana que volvió a los errores del pasado, y ahora, como Decio prometió, hay que llegar al Mundial pasando una eliminatoria si no en forma fácil sí en una situación aseada que demuestre la posición del balompié mexicano dentro del área. Lo más sano es que el seleccionado vuelva a recuperar la hegemonía que alguna vez tuvo en la zona, pero lo más importante de todo, que aprenda a jugar en una zona que se le ha indigestado continuamente, simple y sencillamente porque se nos olvidó que jugar en Concacaf es una dimensión diferente a enfrentar a las potencias, donde hay futbol y espacios, mientras que en nuestra área hay cerrazón y fortaleza. Las lecciones aprendidas son muchas en el 2015. Mañana continuaremos con la siguiente.

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