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1, enero 2016 - 16:33

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La suspensión de la Federación Rusa por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF por sus siglas en inglés), después que una comisión independiente de la Agencia Mundial Antidoping (AMA) emitiera un informe en el que denuncia prácticas sistemáticas y generalizadas de doping en el deporte ruso, provocó furor en 2015.

Es que el dopaje se ha convertido en noticia mundial cada vez que un deportista es denunciado o cae en estos casos, afectando no sólo el ámbito deportivo, sino la moral de la nación al que pertenece, más aún de cara a un año olímpico.

La noticia de la suspensión de Rusia y la petición de inhabilitación de sus atletas para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, resultó de trascendencia, pues es uno de los países que cada competencia en la que participa encabeza los medalleros.

Hasta ahora la decisión ha marginado a los deportistas de participar en los mundiales en pista cubierta de Portland, Estados Unidos, y en los europeos al aire libre en Ámsterdam, Holanda, el año próximo.

Pero el riesgo de suspenderlos de la justa olímpica es latente y el caso llegó incluso a esferas políticas, ya que el presidente Vladimir Putin, encargó al responsable del deporte en su país, Vitali Mutkó, disipar las dudas sobre la limpieza del atletismo ruso.

El caso de Rusia se agudizó con la reciente noticia de un positivo para el halterofilista Alexéi Lovchev, después que la Federación Internacional de la especialidad anunció su suspensión junto a sus compañeros Alexéi Kosov, Olga Zubova y Olga Afanaseva, por dar positivo en un test realizado tras el Mundial disputado en Houston, Texas.

Aunque solo se habla del escándalo ruso por su trascendencia deportiva, hay países como Kenia, Bulgaria y Francia también tienen problemas.

Ejemplo de ello es Emily Chebet, doble campeona del mundo de campo en 2010 y 2013, quien fue sancionada por cuatro años por el IAAF tras dar positivo por furosemida, un diurético que utilizó junto a otras atletas.

La decisión llevó a la Federación de Kenia a suspender a siete deportistas, entre ellos Chebet, quien podrá tomar parte en competencias hasta julio de 2019.

Ante los mencionados acontecimientos, la Agencia Mundial Antidopaje también suspendió provisionalmente las agencias nacionales de Andorra e Israel por contar con una legislación insuficiente, y llamó la atención de los organismos de Argentina, Bolivia y Ucrania por deficiencias en sus laboratorios.

Pero en la lista figuran una relación de países vigilados, debido a que su ley no cumple ciertos puntos del nuevo Código Mundial de 2015, entre ellos Bélgica, Grecia y México, quienes tienen hasta el 18 de marzo de 2016 para adecuar su legislación.

El atletismo y la halterofilia fueron las disciplinas mayormente afectadas en este año, pero también el ciclismo estuvo en la mira cuando el reciente ganador de la Tour de Francia, Christopher Froome, quien ante su dominante paso en la competencia y ante los antecedentes de Lance Armstrong y Alberto Contador, fue objeto de críticas y la suspicacia periodística.

El británico pudo sortear críticas e incluso protestas de aficionados, quienes le arrojaron un frasco con orina al finalizar la décimo cuarta etapa; sin embargo el ojo público estará sobre él en siguientes pruebas.

Otra situación de dopaje es el del futbolista brasileño Frederico Rodrigues de Paula “Fred”, quien dio positivo durante un encuentro de la Copa América jugada en Chile en junio pasado, al utilizar un diurético prohibido.

Hace unos días, la Conmebol confirmó la suspensión al delantero del Shakhtar Donetsk de Ucrania, por un año, hasta el 27 de junio de 2016; sin embargo podrá apelar la decisión y poder tomar parte de los torneos organizados por la entidad sudamericana, sobre todo las eliminatorias mundialistas.