CORTESÍA DE JESÚS TEPEPA
FOTOS: ALBERTO MONTALVO

COMO si se cantara la legendaria balada del Narayama… quizá rememorando las antiguas dinastías de su estirpe, considerada pionera del arte conceptual o tal vez ella misma sea un concepto en su muy sui géneris arte… en algún momento envuelta en polémica… la princesa Yoko Ono ofrece su obra “Tierra de Esperanza” en el Museo de la Tolerancia, aunque viaja hacia la Plaza Mayor o bien Zócalo de esta Ciudad de México para inaugurar el árbol de los deseos.
El desfile es impresionante… la señora muestra una enorme paz interior que exterioriza a través de muy breves palabras.
“México es un lugar muy importante, aún tiene mucho que dar al mundo, por eso me siento bien de estar acá, su gente es especialmente amorosa”, dice la viuda del genio John Lennon.
Para quien fuera estigmatizada por beatlemanos motivos -quien sabe si con razones-, la solución se llama amor.
“Debemos participar en un cambio para beneficio de todos, las acciones buenas traen consigo consecuencias amables”.
Enarbola un estandarte femenino.
“La mujer debe crear su propia fuerza, su poder, no querer arrebatar nada a los hombres”.
La música invade los aires… la princesa hija del Sol Naciente guarda su mirada tras unos cristales levemente nebulosos… su decir va más allá de lo que pudiera pensarse… no quiere hablar de aquellos llamados cuatro fabulosos ni de ese ser que alguna vez dijo “todo lo que necesitas es amor”.
Un árbol de deseos que crecerá tomando savia de aquellos anhelos, de ilusiones con la semilla oriental de Yoko Ono.