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4, febrero 2016 - 0:37

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POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

EL pasado 29 de enero se cumplieron 10 años de aquel vuelo que dio Pajarito en la Plaza México; sí, los pájaros vuelan, el problema es que este era un toro bautizado como Pajarito, proveniente de la ganadería tlascalteca de Cuatro Caminos, propiedad de Sergio Hernández Weber.
El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza era el gran atractivo, a pie confirmaría alternativa Xavier Ocampo, mientras que el abrazo se lo daría Manolo Arruza, cosa que nunca sucedió en ese astado. Y es que al salir de toriles, Pajarito de inmediato se dirigió a las tablas del ruedo para saltar al callejón, como se hubiera pensado, pero curiosamente en el salto los remos traseros del animal se apoyaron en el anillo rojo que hace de redondel, para que Pajarito tomara un segundo impulso, lo que bastó para caer en las primeras barreras y entre la gente.
Mil y una historias se han tejido en los últimos años en los que fueron los minutos de pavor y pánico en los tendidos, que si estaba aventando cornadas a diestra y siniestra, la verdad es que se encontraba igual de espantado que los aficionados. La única cornada la recibió la señora Julieta Gil, quien días después se recuperó satisfactoriamente.
El terrorífico recorrido de Pajarito en los tendidos terminó cuando Felipe Ballinas descabelló al toro con una espada corta.
Al otro día la noticia ya había dado la vuelta al mundo, pues fue encabezado en un sinnúmero de medios informativos.
Se dijo que la cabeza de Pajarito no fue rescatada de los carniceros, meses después apareció y el ganadero lo anunció: Tenemos la cabeza de Pajarito.
Toda la historia está escrita en un libro que da cuenta a detalle de lo sucedido, al igual que en la mente de las decenas de aficionados que vivieron de cerca el salto. Entre estas personas se encontraba la esposa del ganadero y sus hijos, al igual que su padre, el ganadero de Rancho Seco, Sergio Hernández González.
Para suerte de todos las personas, ese día un grupo de cirujanos y traumatólogos especializados en la medicina taurina estaban presentes, como colofón a un coloquio que había encabezado el doctor Rafael Vázquez Bayod, jefe de los servicios médicos de la Plaza México.
Hoy en día se puede apreciar una placa en bronce que da fe de aquel hecho, misma que fue colocada en el lugar donde voló un toro que se sintió pájaro, bautizado como Pajarito.