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6, febrero 2016 - 10:48

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POR HORACIO SOTO CASTRO
FOTOS: ALEJANDRO VILLA

EL diestro francés Sebastián Castella fue el amo y señor de la corrida del 70 aniversario de la Plaza México y salió a hombros tras cortar dos orejas, merced a un desempeño extraordinario haciendo alarde de profesionalismo, torerismo, valor y de vergüenza torera que merece se le haga un monumento.
Fue el mejor regalo que recibió la Plaza México y sus aficionados que registraron una magnífica entrada de unos 15 mil espectadores, además cobró con creces el desempeño emborronado de José Tomás.
Fue una noche redonda de Sebastián Castella que levantó cuando el festejo ya había caído en el desencanto. Cerró no con broche de brillantes, sino de toda una joyería haciendo socio a Seda y Oro que así se llamó el toro de la ganadería de La Joya que no fue suficientemente esmerilado, pues además de que se veía corriente causó gran impresión la pinta que dijeron era melocotón, Zancudo, con una cornamenta así de grande y sin calidad en la embestida, pero con mucha movilidad y creemos que equivocadamente el público solicitó el indulto, que afortunadamente no se concedió, pero sí se acepta la vuelta al ruedo con que fue premiado, además de que le permitió al matador galo hacer gala de su pundonor, profesionalismo y de un muestrario variado y sobre todo que lo despeñó de un gran estoconazo que lo hizo pasar a mejor vida, o cuando menos a una tranquilidad absoluta.
Por su parte, Sebastián Castella se llevó el reconocimiento sin reservas del público asistente y en la vuelta al ruedo fue un coro sonoro permanente y al irse al centro del ruedo para agradecer se escucharon más sonoros los olés y la gente embelesada no quería abandonar la plaza para seguir disfrutando lo que había visto en el ruedo de esta Monumental y testimoniarle a Sebastián la obra que había cincelado.
Esa faena no fue una obra de arte, pero sí de enjundia de entrega y para demostrar su deseo de salir por la puerta del Encierro. La lidia de Seda de Oro fue realizada al final del festejo y fue de regalo, pues el toro que le correspondía de La Estancia no se prestó para el lucimiento y tanto el juez como la empresa le permitieron a Castella regalar un toro, pues en esta temporada no se han permitido los toros de regalo.
En esta ocasión hicieron la concesión al francés pues demostró su torerismo y su pundonor ya que su toro no le permitió mayores libertades.
Con este toro, Castella se pudo explayar en su tauromaquia y le cuajó chicuelinas ajustadísimas y tafallera. Después de la suerte de varas en que estuvo a punto de derribar al piquero, Sebastián se fue al centro del ruedo para hacer el péndulo que le resultó escalofriante y lo toreó por la espalda y por delante con largos ayudados. El toro tenía movilidad y dejó a Castella ensamblar pases por ambos lados con temple y largueza. Intercaló la dosantina, de la firma y trinchera. Una faena variada y el público solicitaba el indulto, pero no habían valorado la actuación de Castella, quien se fue por derecho y cobró un estoconazo, apenas desprendido, pero de efecto rápido y estalló la locura. Dos orejas, vuelta al toro, como hacía tiempo no se veía y salida a hombros.
Previamente, a su primero de nombre Amoroso, de Manolo Martínez, fue un toro enrazado, con sentido y con peligro y había que poderle. Castella estuvo valiente metido en los terrenos de la res y le sacó buenos muletazos, pero en un natural fue prendido y lo volteó feamente y le dio una cornada en el escroto y en el pene. Salió con la taleguilla rota y le pusieron una venda y no quiso irse a la enfermería y siguió toreando haciendo una faena riñonuda, dramática y hasta que lo mató se fue a la enfermería. Pero antes había hecho que la plaza cayera en la locura colectiva. Se fue a la enfermería y lo intervinieron y no quiso salir con un pantalón de monosabio y le zurcieron la taleguilla y para salir en último lugar con lo ya descrito.

GARIBAY
Ignacio Garibay le correspondieron un toro de Manolo Martínez y otro de La Estancia, toros que dejaron estar al torero y cuajó dos faenas de gran mérito. Con el de Manolo faena con temple y largueza , lo mismo que los naturales y se fue por derecho para cobrar un estoconozo y lo hicieron saludar en el tercio. Con el de la Estancia realizó otra faena de calidad y variada y a pesar de pinchar se llevó grandes ovaciones y también lo hicieron salir al tercio.

SALDÍVAR
En cambio a Arturo Saldívar, le correspondieron los toros que presentaron dificultades, pero él no se amilanó. Con su primero de mucho peligro le paró y se metió en los terrenos prohibidos. Estuvo muy valiente, pero pinchó. Su segundo fue devuelto a los corrales porque salió con el pitón derecho quebrado desde la cepa y el sustituto tampoco fue una perita en dulce y también le hizo frente y le sacó algunos pases. Pinchó y escuchó un aviso. A sus dos los pitaron en el arrastre. Pero Saldívar estuvo en torero de verdad, valiente y con muchos deseos.

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