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9, febrero 2016 - 18:59

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POR GUILLERMO MARTÍNEZ G.

FOTOS: MARTÍN MONTIEL

CADA paso que da, es una historia en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano.

Así lo comenta el medallista de plata en clavados, de los Juegos Olímpicos de Moscú, Carlos Girón, durante el recorrido que hace en donde fue su casa para su preparación deportiva.

“Era entonces el año de 1971, donde estuve arropado por las esperanzas del deporte. Principalmente de mi disciplina. De aquí salía a la escuela y regresaba para prepararme para los entrenamientos”.

Su mirada penetra en cada uno de las áreas, de los pasillos, cientos de historias que vivió y que le tocó padecer cuando no encontraba el camino correcto para alcanzar el triunfo.

“Son recuerdos que nadie más que uno los tiene en la memoria. De un crecimiento maravilloso, de sentimientos. En verdad que todo esto es como un diálogo en silencio. La fosa de clavados donde sacamos todo aquello que nos hizo crecer. Aprendimos a convivir, a evolucionar como deportista y hacer amigos”.

El perfume del cloro le penetra por su nariz. Aspira nuevamente esos días buscando el sueño, la medalla, el placer de mostrar que la disciplina es lo que hace campeón al deportista.

“No escogí esta disciplina. Sino ella me escogió. Llegué de Acapulco muy joven, y fue tras un evento que tuve en la Unidad Morelos en que me convertí en un clavadista profesional. Al principio todo era un juego extraordinariamente divertido”.

Carlos Girón fue un atrevido en los clavados.

Un hombre que diariamente aprendía cosas.

“Primero fue un camino lleno de muchas sorpresas, buenas y malas. Pero que ahora las asimilo como experiencias, como un constante repetir cada clavado hasta conquistar esos tres minutos de gloria arriba en el podio, pero que de repente se vuelven nada. Cuando te bajas de ahí recuperas la realidad, la fantasía que te envolvía el llegar a unos olímpicos. Con esos instantes me quedo, porque ahora sé que es una responsabilidad llegar a esta magnitud del deporte, a lo más alto”.

Ahora es una imagen pública, que nunca ha estado envuelto en situaciones que lo hagan quedar mal ante la sociedad.

“Siempre he buscado estar lejos de los problemas. Mi vida ha sido hecha cívicamente muy bien. Más cuando quedas como un ejemplo de vida exitosa. Nunca he dudado en dar un consejo, ayudar a la gente, o lidiar con jóvenes, ya que es algo que adquirí en mi etapa de deportista”.

Carlos Girón toca el agua de la alberca y comenta:

“Extraño todos esos días. Pero ahora me fascina transmitir esas experiencias, de decirles que las oportunidades existen y que solo hay que ir por ellas. Todo está a la mano, pero hay que encontrar el equilibrio, la sencillez y seriedad en lo que uno hace para después ser reconocido siempre”.

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