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10, febrero 2016 - 17:46

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Nota-Box-Rigoberto Alvarez

POR JOSÉ LUIS CAMARILLO

Rigoberto “Español” Álvarez, hermano mayor del “Canelo”, jugó un papel parecido al de Rodolfo Chávez, hermano mayor del inmenso JC Chávez, ya que ambos fueron los iniciadores de dos de las dinastías más ilustres del pugilismo universal.

Rigoberto, ex campeón mundial superwelter interino de la WBA, fue la persona que llevó a Saúl “Canelo” Álvarez con sus actuales entrenadores, Chepo y Eddy Reynoso, cuando el hoy doble campeón universal tenía 13 años de edad. Pero se desconocía el por qué.

Rigoberto, quien guarda un enorme parecido con su hermano Ramón “El Inocente”, aceptó con marcado gusto platicar sobre su historia y la de sus hermanos boxeadores, Así dimos inicio a una larga charla, aunque nunca imaginamos todo lo que Rigoberto tuvo que hacer para adquirir sus primeros guantes.

-Rigoberto, ¿cómo fue que te metiste al boxeo?

“Siempre hemos vivido en Jalisco, lo hemos recorrido todo. Mi papá estaba probando suerte en algún municipio, en lo que fue su negocio de las neverías, iba a donde podría irle mejor. Y duramos mucho tiempo en un pueblo que se llama Tecolotlán, Jalisco; en ese entonces yo estaba chavo. El más conocido de los peleadores que había, era (JC) Chávez, era mi ídolo. Yo lo veía en la televisión y quería ser como él. Le batallé un tiempo y tuve la mala suerte de sufrir lo que hoy se conoce como bullying. Yo decía ‘me la voy a sacar algún día, no sé cómo, pero seré mejor que todos esos’, lo decía de agallas. Resultaba que -en la calle-, cuando le ganaba a un chavito de mi estatura, enseguida me traían al hermano mayor o al primo, y yo no tenía hermanos mayores. Me gustaba pelear en la calle. Entonces, en una tienda de deportes del lugar, no había nada para practicar box, no existía. Conocí al señor de la tienda y le decía que por qué no vendía guantes de box; él comentaba que era porque nadie los compraba. Le dije que yo le se los compraría. Le pregunté cuánto costaban y me parecieron caros. Le dije que me trajera unos guantes, y se los iba pagando, y respondió ‘no, mejor ve pagándolos y ya cuando termines, te los traigo’. Contesté ‘OK, perfecto’, y pues fue así como le ayudé en el negocio a mi papá, trabajando y vendiendo paletas en un carrito en la calle, y me puse las pilas. No tenía conocimientos boxísticos, pero hasta la fecha estoy enamorado del boxeo. A veces cometía el pecado de agarrar un monedita de más de la caja, con tal de ahorrar para mis guantes. Total, llegué con mi dinero con el señor de la tienda de deportes y le compré un juego de (4) guantes”.

Ya con dichos utensilios, Rigoberto, según nos contó, se convirtió a continuación en un “matchmaker” improvisado.

“Yo iba en quinto de primaria -prosiguió- y tuve que comprar otra mochila más grande, porque ahí echaba mis guantes y mis útiles. Me acuerdo que en la escuela armaba el borlote, veía los tamaños y todo eso, y decía ‘tú peleas contra él y tú contra el otro’. Y esto lo hacía saliendo de la escuela, ya que había cerca unas canchas y ahí nos poníamos los guantes y peleábamos. También a mis hermanos les ponía los guantes en la calle o a mano limpia, contra otros. Siempre les decía que no se dejaran…”

 NACE Y CRECE “CANELO”

-¿Ya estaba el “Canelo” en ese tiempo?

“No, ‘Canelo’ aún no nacía. Estaba mi mamá embarazada de él, porque recuerdo perfectamente bien que ya cuando nos venimos a Tecolotlán, ‘Canelo’ era un chiquitín de cinco o seis meses. Ya después nos venimos a Tlajomulco, en San Agustín, y ahí es en donde él creció. Después de seis años nos fuimos a Juanacatlán, y ahí fue en donde empecé a entrenarlo. Saúl estaba por cumplir 11 años y recuerdo que yo venía muy desilusionado de Tijuana, adonde me fui a probar suerte y me iba a llevar a Saúl. Mi papá y mi mamá confiaban en que yo iba a educarlo bien… porque él quería ser boxeador y confiaban en mí para llevarlo bien en la escuela.

“Pero resultó que la suerte no me cobijó y me regresé a Guadalajara. Recuerdo que Saúl quería unos guantes, una careta, de regalo, y fue así que los compré y todavía le di unos míos. Le completé el juego. Me fui manejando desde Tijuana, hice más de 30 horas al volante. Llego por la noche cansado a casa y lo primero que veo es que el chiquitín (Saúl) sale y me saluda con mucho gusto, y lo primero que me pregunta es ¿cómo estás y dónde están mis guantes? (Rigoberto rió). Pues ya le dije ‘están en la cajuela y aquí están las llaves y sácalos, yo vengo muy cansado´. El muchachito sacó los guantes y ya no lo vi porque me quedé hablando con mi mamá y mis hermanos. De repente veo que viene (Saúl) con una bola de muchachitos, creo que eran 10. ‘¿Me pones los guantes de una vez?’, me dijo, y con todo y que yo llegaba con sueño y desilusionado, le puse los guantes a él y a otro muchachito, un poquito más alto que Saúl”.

En nuestra edición de este jueves, cómo le fue al “Canelo” en la primera pelea de su vida. (CONTINUARÁ)