MIAMI.- A diferencia de otras ciudades en la unión americana, a Miami le costó trabajo prenderse en ánimo para apoyar al Tricolor.
El frío y la enorme cantidad de caribeños, entre cubanos, dominicanos y boricuas, hizo que los paisanos tardaran en reaccionar para acudir a la cita en el Marlins Park. Si bien existe una enorme comunidad de mexicanos, entre michoacanos, tamaulipecos, guerrerenses, veracruzanos y oaxaqueños, a éstos se les durmió el gallo y llegaron al cuarto para la hora al silbatazo inicial, típico en cualquier mexicano.
Sin embargo, poblaron gran parte de las tribunas. No importó el viaje desde Tampa, Orlando, Jacksonville y Fourt Louderdale, ellos hicieron su máximo esfuerzo para ver a México, no aquel que han visto a través del televisor con las figuras de Guardado, Layún o “Chicharito”, sino aquel cuadro alterno de la Liga local que los acercó a sus raíces, su sangre, bandera e Himno, su amado país, pues aquí no son mayoría, aquí en Miami reina el cubano.
Hoy se ahorraron los gritos a favor de Hernández, Vela u Ochoa para dar paso a los del “Chapito”, “Titán”, Chuy o Damm, los nuestros no tuvieron pretextos para no apoyar, como buenos mexicanos acudieron con mascaras, pancartas, sombreros, trajes del chapulín colorado y hasta con Joaquín Guzmán Loera, el “Chapo”, cuya imagen es usada como aliento nacional.
El mexicano se pinta solo, eso lo sabe todo el mundo, que pese no ser un duelo de alta atracción, pues el combinado nacional era de sabor local, el rival no decía mucho en el papel y las críticas se volcaron hacia el recuerdo de las añejas palabras del “Tuca” y los juegos “moleros”, la gente respondió, no como hubieran querido los organizadores, pero se llevó un sabor rescatable del extinto Orange Bowl, hoy Marlins Park. (Luis García Olivo/Foto: Óscar Ramírez/Enviados especiales)