CORTESÍA DE JORGE ISLAS

Su Santidad el Papa Francisco celebró históricamente ayer, por vez primera en la Basílica de Guadalupe, la Sagrada Misa, a unos días de iniciada la Cuaresma, ante unas 50 mil personas, en la que estuvieron presentes 150 Obispos de la Grey Católica de México, así como sacerdotes, hermanas de distintas congregaciones y otras autoridades eclesiásticas.

Sin faltar, desde luego, la presencia del primer mandatario de la Nación, Enrique Peña Nieto, y su esposa Angélica Rivera, primera dama del país, quienes estuvieron atentos a la celebración y, por consiguiente, a la Homilía, la cual hizo alusión a los jóvenes sin futuro y los ancianos olvidados en cada rincón; así como la violencia, la pobreza y la impunidad, que azotan a nuestro país.

En ese marco de reflexión y regocijo espiritual, fe y esperanza, el Santo Padre cumplió su  máximo anhelo al postrarse con humildad, para orar ante la Virgen de Guadalupe, a quien con un  profundo gozo, también, “platicó” con ella, en la intimidad, por espacio de 20 minutos, no sin antes ofrendar unas flores.

Así, ante el ayate primigenio de la Virgen de Guadalupe, el cual data del año 1531, cuando en cuatro ocasiones, desde el 9 al 12 de diciembre, se le apareció al indio chichimeca Cuauhtlatoatzin (que significa “Águila que habla”, en náhuatl), mejor conocido como Juan Diego, ya bautizado y convertido a la religión católica.

Y mostrar hace poco más de 450 años, al entonces Obispo Fray Juan de Zumárraga, la tilma con la imagen plasmada de la Emperatriz de las Américas, acompañada de un ramillete de bellas rosas y sutiles colores, y que atemporalmente en ese invierno se dieron como signo de las apariciones marianas; encomendando al indio Juan Diego transmitir sus deseos de que se construyera una capilla en su honor, en el cerro del Tepeyac.

El pueblo de México, con una cultura Guadalupana, y eminentemente católico en su mayoría, estuvo de fiesta religiosa y convicción espiritual, al igual que el Papa Francisco, quien derramó bondad y humildad en su primer día de intensa actividad, tanto como Jefe de Estado como Guía Espiritual.