Alfonso Leyva consiguió su pase a los Juegos Olímpicos en lucha.

Aunque él creía que ese día estaría muy lejano, se aferró a los entrenamientos, y su vida dio un giro de más de 90 grados.

De la categoría de 87 kilogramos, de niño era un rebelde, alguien que siempre estaba peleando con sus compañeros. Por su hiperactividad, era incontrolable.

Hasta que un día lo llevaron a un torneo de lucha grecorromana.

“Ahí encontré otro mundo. Al principio mi vida eran las peleas callejeras. Y mi mamá me metió casi a la fuerza para quitarme del desm… Buscaron un lugar donde soltara toda esa agresividad, y fue en la lucha donde lo logré”.

Oriundo de Jalisco, a sus 23 años el deporte le ha mostrado las virtudes del respeto.

“Son otras cosas que vas analizando, y dices ‘carajo, qué bueno que esto me llegó a tiempo’. Y sin saberlo, ahora estaré en mis primeros Juegos Olímpicos, gracias a que supe aprovechar todas las ventajas que me ha dado”.

Antonio alcanzó la medalla de plata en el Preolímpico Continental, disputado en Texas.

“Primero vencí a un colombiano -Cristian Ferney Mosquera-, lo cual me motivó para seguir avanzando. Estaba un poco nervioso, pero después las peleas se acomodaron a mi favor”.

Posteriormente derrotó al brasileño Ronisson Brandao, y finalmente perdió ante el estadounidense Jordan Robert Holm.

“Fueron grandes rivales, pero sabía del objetivo que tenía en mente. No debía aprovechar esta oportunidad porque tanto en Centroamericanos y Panamericanos me había quedado en quinto lugar. Así que era el momento de progresar”.

Estos encuentros lo desmotivaron porque sabía que tenía todo para derrotar a sus rivales.

“Siempre he dicho que tenemos solamente una vida, y estoy dispuesto a ver hasta donde puedo llegar. Así que entrené más fuerte, más horas. Estaba realmente desilusionado hasta que volví a recuperar la confianza. Ahora sé que haré lo mejor en Río de Janeiro”.

Por ello, dijo Leyva que se ve a los mexicanos con más respeto.

“Cuando competimos en Europa, que salimos a buscar fogueo, se dieron cuenta de que éramos dignos competidores, buscando ser protagonistas”.

El día 4 de abril Antonio se va a un campamento y después a un Mundial, donde sus demás compañeros también buscarán la plaza olímpica.