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28, marzo 2016 - 10:42

┃ ESTO

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POR ROSALINDA CORONADO

UNA vez más llega el 28 de marzo. Un día difícil para tu familia y amigos, quienes te seguimos extrañando mientras tú vives en la eternidad; siempre estás presente con tus logros, tus risas y puntadas que el tiempo no las ha podido deslavar.

Cuando se habla de mujeres exitosas, estás tú. Al referirse a la primera medallista de oro, aparece tu rostro y nombre en el gimnasio del Centro Deportivo Olímpico Mexicano, que es una especie de monumento que se levantó y donde se rinden día con día homenajes por tus hazañas. Lo mandó construir Carlos Padilla, otro de tus grandes amigos.
El logro más grande fue el que dibujaste en los Juegos Olímpicos de Sydney, un metal dorado que disfrutamos todos los mexicanos. Era de madrugada en México, lo recuerdo bien. En la sede de la competencia, tú muy concentrada escuchabas a Koev (tu entrenador), quien sabía que la estrategia estaba diseñada para una medalla.
Sabias que saldrías con metal de ese foro, y lo lograste. Jamás tuviste titubeos, aguantaste las pesas en lo alto, hasta que el juez te dio la señal de ponerlas en la tarima y después el salto a la gloria, al Olimpo, donde seguramente andas paseando.

Competir te vi muchas veces, pero ese día en Sydney fue especial, eras una chica superpoderosa, que habías realizado tu concentración en Europa para obtener el resultado.
Tu ciclo deportivo de 1998 al 2000 fue lleno de alegrías. Acumulaste gloria, arrancando en Maracaibo, esa ciudad que agobia por su calor, donde se dieron los Centroamericanos y que con tu fuerza y pasión diste tres metales, aunque las marcas apuntaban a más.
Entonces sonreías de buena gana, como cuando te preguntaban si las pesas era un deporte para varones. Claro, gente que no sabía del tema o te quería hacer rabiar, pero acostumbrada a esas interrogantes les hacías la faena.

Hoy, tus padres José Luis y Lolita; tus hermanos Magalli y José Luis, tus sobrinos, tu tía Virginia y primas te recordarán. Sin lugar a dudas seguirás siendo grande, aquí en la tierra y en la eternidad.