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6, abril 2016 - 20:58

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Nota-Box-Pacquiao

POR JOSÉ LUIS CAMARILLO

ENVIADO ESPECIAL

LAS VEGAS, Nevada.- Esta nueva visita al anchuroso hotel y casino MGM Grand nos hace evocar grandes combates que hemos cubierto para el Diario de los Deportistas. El primero, y el más histórico, fue el que marcó el primer tropiezo de JC Chávez como profesional y fue precisamente en la función inaugural de boxeo presentada en la Arena Grand Garden, el 29 de enero de 1994.

Ahora estamos aquí para cubrir, en ese mismo escenario, la cartelera que encabeza el tercer encuentro entre Manny Pacquiao y Tim Bradley, que tiene como aderezo especial un respaldo “No Trump”, con la actuación del mazatleco Gilberto “Zurdo” Ramírez, el prometedor sonorense Óscar Valdez y otro muchacho de sangre mexicana, el ex olímpico estadounidense José Ramírez.

Este mediodía del miércoles, Pacquiao y Bradley ofrecieron la última conferencia de prensa en el Hollywood Theatre del MGM. Los dos derrochan seguridad.

Entre las novedades, está que Manny cobrará siete millones de dólares (garantía mínima), por cuatro millones de su incómodo contrincante.

Pacquiao advirtió que no se confiará pese a que la gran mayoría estima que venció las dos veces a Bradley (éste ganó una controvertida decisión dividida en el primer duelo, en 2012, y el “Pacman” emparejó la serie con un veredicto unánime en la revancha de 2014). Ahora, el tagalo destacó el hecho de que Tim noqueo en noviembre pasado a Brandón Ríos -con un espectacular golpe al cuerpo-, algo que nadie, ni siquiera el propio Manny, había podido lograr. Fue la primera ocasión en que Bradley era entrenado por Teddy Atlas, quien volverá a estar en su esquina.

Incluso el papá de Floyd Mayweather proclama que en esta ocasión Bradley noqueará a Pacquiao, y que todo lo que debe hacer es pelearle igual que lo hizo contra Ríos, con la táctica de moverse y conectar.

PACQUIAO, LA ESTRELLA

A sus 37 años, el “Pacman” Pacquiao, con seis cetros mundiales verdaderos en distintas divisiones, es otra demostración del portentoso físico que caracteriza a los boxeadores, ya que así como ha dado palizas (infortunadamente, una de las más crueles fue contra el tijuanense Antonio Margarito), también ha recibido mucho castigo, en especial cuando Juan Manuel Márquez lo fulminó con ese derechazo “a la contra” que hizo temer lo peor.

Recuérdese que cuando el “Pacman” era titular mosca del WBC, fue noqueado por el siamés Megdoen Singsurat en 1999 en Tailandia. Actualmente sostiene el peso de 65 combates de paga (en este rubro, el asiático no puede quejarse, pues levantó 120 millones de dólares solamente contra Floyd Mayweather), con un palmarés global de 57 triunfos, seis reveses y dos empates.

El sabio promotor Bob Arum, quien volvió a recibirnos con una sonrisa, es obviamente el más esperanzado en que Manny ofrezca un deslumbrante desempeño en esta tercera cita con Bradley, pues insiste en ponerlo contra Saúl “Canelo” Álvarez en septiembre próximo.

Arum lucha contra el hecho de que Pacquiao acaba de decir que ya cumplió sus más altas expectativas como peleador, que ya resiente el jetlag (brusco cambio de horario al viajar de Asia a América) y que debe someter su cuerpo a descansos más largos, además que ya le preocupa caer en el temido sobreentrenamiento, un factor que engarrota los músculos o hace perder vigor.

Pero, sobre todo lo mencionado, está el reclamo de su mamá, Dionisia, quien hace más de tres años, incluso antes de su cuarta entrevista con su némesis, el iztapalapense Márquez, le ha insistido en que se retire.

En una paralela carrera política bajo augurios de un prolífico futuro, en la que ahora busca convertirse en senador, Manny admite que “quiere dedicarse más al servicio público y pasar más tiempo con su familia (ha procreado con su esposa, Jinkee, tres niños y dos niñas; por cierto, una se llama Queen Elizabeth y otra, Mary Divine Grace)”.

Apretado para definir si la de este sábado será su última pelea, gane o pierda, Pacquiao lo resume así: “Lo último que deseo hacer es irme y regresar, quiero estar seguro de que el boxeo está completamente fuera de mí, cuando cuelgue los guantes. En mi mente, ésta podría ser mi última pelea”.

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