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11, abril 2016 - 10:23

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El entrenador del Wolfsburgo, Dieter Hecking, tiene tras de sí una carrera que no apuntaba necesariamente a que algún día estaría al mando de uno de los ocho equipos presentes en los cuartos de final de la Liga de Campeones.

El hecho, en parte anecdótico, de que trabajó tres años como policía es síntoma de las cosas que separan su biografía de los otros siete entrenadores. De su etapa como policía Hecking dijo que le quedó una obsesión por la disciplina y la responsabilidad.

Su carrera como jugador no da para largas historias. Su casa fue la segunda Bundesliga y su presencia en la primera categoría, en el Borussia Mönchengladbach, fue más bien testimonial.

Él mismo reconoció, en una entrevista con el semanario “Die Zeit” a propósito de su fichaje por el Wolfsburgo, que había sido “un jugador del montón”.

Sin embargo, en la misma entrevista también comentó que las virtudes que se necesitan como técnico son diferentes a las que se le pide a un jugador. Un entrenador, según Hecking, vive en parte de su experiencia y también de la capacidad que tenga para transmitir confianza a los jugadores y al entorno.

Además, según Hecking, un entrenador tiene que preguntarse siempre si su forma de trabajar en compatible con la identidad del club que dirige.

Como entrenador, Hecking empezó desde abajo, en la tercera categoría dirigiendo primero al SC Verl y luego al Vfb Lübeck. En julio de 2004 asumió al Alemania Aquisgrán de la segunda Bundesliga y logró el ascenso en 2006.

Su siguientes estaciones, ya en la primera Bundesliga, fueron el Hannover 96, el Nuremberg -donde llegó para luchar contra el descenso y logró un increíble sexto lugar en 2011- y, desde 2011, el Wolfsburgo.

Hecking declaró en una entrevista con la revista mensual “11 Freunde” que esa trayectoria desde la tercera categoría hasta la primera ha sido algo sin duda instructiva para él.

Antes de su llegada al Wolfsburgo, Hecking había tenido en sus equipos la misión, ante todo, de lograr la permanencia aunque en ocasiones el resultado fuese mejor.

Con el Wolfburgo su carrera dio un salto y por primera vez tuvo a su cargo jugadores cuyo traspaso había tenido un costo millonario. A ellos, según Hecking, hay que hablarles con un lenguaje distinto con el que un entrenador se dirige a un futbolista que ha costado 100.000 euros.

Las aspiraciones también eran otras, llegar a las competiciones europeas y a medio plazo desafiar al Bayern y al Borussia Dortmund pese a que el Wolfsburgo juega en la segunda ciudad más pequeña de la Bundesliga.

“No cambiaré mi forma de ser, seguiré comiendo mis salchichas y bebiendo mis cervezas pero se disfruta más dirigiendo en la parte alta de la tabla”, declaró Hecking al llegar al Wolfsburgo.

Ese carácter algo campechano de Hecking era parte de lo que estaba buscando el Wolfsburgo en el momento de su fichaje por considerar que se necesitaba un entrenador con el que el aficionado se sintiera cercano.

En esta temporada Hecking ha tenido el problema de no poder sacar en la Bundesliga el mismo rendimiento que logra en la Liga de Campeones. Eso explica el decepcionante octavo lugar.

En Alemania hay consenso acerca de que la plantilla da para mucho más, al margen de la pérdida de dos jugadores importantes en la campaña de la temporada pasada como Kevin de Bruyne e Ivan Perisic.

Es posible que eso tenga en parte que ver con el hecho de que Hecking en la Liga de Campeones vuelve, a un nivel más alto, a la situación que conoce de su pasado en equipos menores: la de ser el entrenador de un equipo que no tiene que nada que perder.

Mañana Hecking, tras la inesperada victoria en la ida por 2-0, tiene la oportunidad de rematar en el Santiago Bernabéu ante el Real Madrid la que hasta ahora sería su obra maestra.

El entrenador, sin embargo, es consciente de que no será fácil.

“Sabemos lo que nos espera en Madrid”, dijo casi inmediatamente después de la victoria en Wolfsburgo.EFE