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29, abril 2016 - 23:59

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AGUASCALIENTES, Ags.- El queretano Octavio García “El Payo” consiguió acentuar la séptima corrida del serial taurino, que registró poco más de media entrada, con una faena recia y señorial ante su segundo astado, mostrando un momento más que importante, de sitio y entendimiento extraordinario, con un muestrario de enormes capacidades que avasallaron a su oponente y explotaron hasta el último pase que tuvo, a pesar que el toro fue a menos. Y lamentablemente lo pinchó, de lo contrario hubiera triunfado con mayor fuerza.

Abrió plaza el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, quien fue aplaudido en su paso ante el cónclave hidrocálido, mientras que Diego Sánchez, el diestro a pie que salió como tercer espada, dejó ver que tiene capacidad y deseo a para llegar alto, aunque por ahora todavía su camino es largo. No obstante tiene deseos de llegar, hambre de querer ser y esa es su mejor herramienta.

TORO IMPORTANTE DE SAN ISIDRO

Se lidió un encierro de San Isidro, de muy buena presentación, siendo el segundo de la lidia ordinaria un ejemplar bravo, con raza superior, fijo y de calidad plausible, un toro importante y de los pocos que hay que subrayar ha sobresalido en el serial. El resto se dejó meter mano sin problema, yéndose a menos en el tercio de muleta. Y el que cierra plaza de este hierro llegó al caballo espectacularmente, mientras que el resto cumplió. Para rejones se lidiaron dos toros de Fernando de La Mora, justos para el lucimiento del rejoneador

LA FEENA DE LA TARDE

Tierra Buena, primer toro para “Payo”, largo como tren, negro de pinta y bien puesto de pitones. Se reservó el torero hasta la suerte con la muleta. El astado le presentó un lado derecho pleno en calidad, no tanto como el izquierdo; Octavio se recreó con tandas largas de calidad, dándose cuenta de las cualidades que por ahí tenía su socio. El toro fue de más a menos y ese más el torero lo supo aprovechar al máximo, extrayendo muletazos muy de verdad, bien plantado y ceñido a más no poder.

El menos del toro fue una prueba para que Octavio mostrara su arrojó, ya que se pegó un santo arrimón por lo quedado que ya estaba el astado.

Obtuvo hasta lo último que le ofreció su oponente, exprimiendo todos los muletazos que pudo haber tenido el astado, amén de que el torero se vio muy por encima.

Pinchazo en lo alto seguido de otro y hasta ahí le seguían aplaudiendo al torero; luego dejó una media que bastó para que doblara el toro y lo remató el puntillero.

Una pena la espada. Aplausos al toro en el arrastre. Vuelta con fuerza al matador.

Ante su segundo, Agua Clara , “El Payo” lanceo a la verónica con buen corte; el toro hasta ese momento había sido emotivo y pronto, echando la cara abajo.

Brindis a Pablo Hermoso y junto al espadazo certero con que rubricó su faena, ha sido lo más destacado de Octavio, ya que con la muleta se topó con un soso y descastado animal que no le dio opción de nada; la prueba es que no hubo eco en el tendido.

TAMBIÉN SE VALE PARAR

Decir que el maestro Pablo Hermoso de Mendoza ya no emociona como antes o que ya pasó de moda, es totalmente injusto, porque Pablo siempre será Pablo. Si bien el público ya está acostumbrado a verlo, Pablo es un estilo que llegó para quedarse y convertirse en un clásico; jamás su rejoneo fue o será una moda. Pero definitivamente ese gran rejoneo que revolucionó la historia mundial necesita un refresco grande. También se vale parar un rato para ver la fiesta desde afuera y poner en marcha un segundo (o tercero) aire para buscar una nueva propuesta. Se habla de que su hijo Guillermo está siguiendo sus pasos, podría ser entonces esa la nueva faceta del apellido Hermoso de Mendoza.

Su primer toro, Luna nueva de nombre, el maestro puso rejones, banderillas cortas y largas, con empeño de recoger los Lauros y convencer al respetable de que sigue siendo la mayor atracción. Realizó las suertes con su sello, templando con la grupa y girando frente al toro en terrenos comprometidos.  Su toreo clásico y espectacular es y seguirá siendo el mejor, pero hoy los públicos también ya son diferentes y torear por torear, aunque es buen negocio, desmerita la propia historia.

Tras el rejój de muerte tuvo petición que se disolvió rápido.

Arlequín, su segundo toro, Pablo Hermoso estuvo por la misma tesitura en cuanto a lo certero, agregando una rosa en el morro del toro. No bastó el rejón de muerte y concluyó con descabello.

CON HAMBRE DE QUERER SER

Diego Sánchez, este novel matador que lució enfundado en un precioso terno negro y oro, se topó con Cielo Claro e hizo valer ese adagio gitanesco.

Con codicia y bravura se desplazó el toro ante el capote del torero, quien lanceó a la verónica bien plantado pese a la pronta respuesta de su oponente. Luego bregó al caballo y dejó colocado con un recorte. Bien todo hasta ahí.

Se comprometió Diego con el brindis al respetable. Sin embargo la bravura de su oponente terminó por imponerse. Vaya toro que ha sorteado el menor de los Sánchez, que además metía el testuz como ninguno otro de esta feria. Repleto de transmisión que terminó haciendo y proponiendo lo que se le vino a su antojo, incluso desarmar al torero. Un toro fiero, fijo y sin peligro. Y Diego, bueno, la buena suerte que ese toro significaría para otro torero, fue la mala para él porque lo hizo ver verde. Toro grande, para triunfo grande. Diego es joven y a torear se aprende.

Dejó una estocada que emocionó al público y exigió la oreja al juez; éste no le podía fallar a su paisano y le soltó alegremente el trofeo. Mal, esa oreja sólo puede equivocar al torero.

Gente Buena, segundo de Diego, que llegó con fuerza al caballo. Brindis por partida doble, al público y “Payo”. Excelente primera tanda ligó Sánchez que la gente ni vio. Despacio y por debajo con la diestra se lució el joven coleta, cargando la suerte en los riñones, templando la embestida parcamente, pero dejando ver más su sello. Hay que decir que la esquina de Diego influyó para su actitud en esta faena y eso es lo que toreros nacientes es lo que más necesitan. Por el toro pitón el toro no se la tragó y así se lo hizo saber al torero.

El astado caminó a menos, lo cual ya no fue tan sencillo para Sánchez, quien ya no tuvo un planteamiento para resolver el rompecabezas.

Diego es todo empeño y busca agradar a todas formas. Ya con el toro casi parado adoptó la actitud todo tesón y hambre. Sólo que el toro ya no quiso saber nada.

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