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31, mayo 2016 - 21:01

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Nota-Toros-Las Ventas

MADRID, España.- (EFE) Una peligrosa e imposible corrida de Saltillo imposibilitó toda opción de triunfo de una terna en la que Alberto Aguilar saludó la única ovación, mientras que a José Carlos Venegas le tocaron los tres avisos en su primero.

Seis toros de Saltillo, bien presentados, mansos de solemnidad y con peligro, especialmente el bronco tercero y, sobre todo, el “pregonao” cuarto, condenado a banderillas negras. El segundo fue el único que ofreció unas mínimas posibilidades por el izquierdo.

Sánchez Vara, de verde esperanza y oro: estocada tendida y atravesada (silencio); y estocada atravesada y caída (palmas).

Alberto Aguilar, de nazareno y oro: tres pinchazos y casi entera desprendida y atravesada (silencio tras dos avisos); y pinchazo, casi entera perpendicular y descabello (ovación).

José Carlos Venegas, de blanco y oro: pinchazo hondo que acaba tragándose, otro pinchazo, estocada tendida y contraria, descabello y suena el tercer el aviso, por lo que el toro fue devuelto a los corrales (palmas de consolación tras tres avisos); y dos pinchazos y estocada (silencio). La plaza registró dos tercios de entrada en tarde primaveral.

 

UNA DE TERROR

Ni el mismísimo Hitchcock hubiera escrito mejor el guión la tarde como lo hizo el ganadero Moreno Silva, que ayer, más que lidiar una corrida de toros, filmó “una de terror” en Las Ventas.

Y ya se sabe que ese “cine”, de culto para algunos, tiene sus partidarios, los mismos que presumen de exigencia, dureza y, algo aun peor, de afición, aquellos que castigan sin compasión con su incómoda verborrea a los de luces tarde tras tarde, o los que se muestran discordantes con el noventa y nueve por ciento de las ganaderías de la cabaña de bravo.

Pero hoy, ni mu. Ni una sola protesta ni un solo gesto de aliento para los que estaban pasando las de Caín con una corrida mala sin paliativos, peligrosa de verdad, imposible tanto para la lidia moderna como para la antigua, con varios toros que parecían estar “curraos”, en especial el cuarto, condenado a banderillas negras por su descarada y excelsa mansedumbre.

¿Dónde estuvo la bravura, la casta que tanto defienden a capa de espada? porque los seis astados de ayer fueron mansos hasta decir basta. Ni un sola pelea en varas, todo lo contrario, la rehuían, igual que los capotes que salían en su paso.

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