Ante poco más de cinco mil aficionados de los Toros del Celaya, Emilio Butragueño dio muestras de su gran calidad como persona al repartir autógrafos a diestra y siniestra sin importarle los 30 grados Celsius que al mediodía bañaban al Bajío mexicano.

Con un gesto serio, como le caracteriza, Emilio comenzó las rúbricas de izquierda a derecha, una a una fueron desfilando las playeras del cuadro local, las fotografías del representante del Real Madrid, del huésped distinguido, los gritos eran muchos y las porras no menos.

El sol pegaba con fuerza, pero no era motivo para detener al ex delantero merengue en su afán de complacer a sus fans. Hubo quién gritó: “Emilio, te invito a comer a mi casa”; otros exclamaron: “Eres grande entre los grandes”; mientras tanto Butragueño no cesaba de mover su muñeca con el bolígrafo estampando su firma hasta en playeras de hace 20 años, cuando el español llegó a jugar a México.

La acción de sencillez rompió con el protocolo del evento, ya que se demoró casi dos horas, pero al final el futbolista Ibérico tuvo su recompensa, la gente lo ovacionó y él visiblemente emocionado caminó con rumbo al otro extremo para atender a otra multitud, pero ahora de representantes de los medios de comunicación. Honor a quien honor merece, Emilio dio muestras de caballero, generosidad y respeto por la gente del Bajío. (Rafael Huesca González).