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2, junio 2016 - 22:41

┃ ESTO

Nopta-Toros-El Pana

POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

 

A veces de buen humor, otras en estado grave, el torero de Apizaco no llegó a su tierra natal como él esperaba.

Murió allá en la tierra del tequila, ese que tanto odió “El Pana” y que perdió por años a Rodolfo.

Como toro bravo, el espada luchó por su vida hasta el final.

Sin rajarse, sin hacerse el manso.

Siempre con la frente en alto.

Genio, artista, polémico, admirado y siempre bien querido.

“El Pana” caminó lo que nadie.

Bebió lo que pocos.

Y comió lo necesario.

Toreó a cuentagotas.

Pero eso sí, fue de espíritu indomable.

De palabra larga y de amigo de quien él quiso y le vino en gana.

Libre como el viento.

Ni de aquí ni de allá más que de Apizaco.

Siempre sacó el pecho.

Puro en boca, bolillo en mano.

Panadero y de mil oficios más.

Torero por la divinidad.

“El Pana” fue el último romántico de la fiesta que unía al torero antiguo con el actual.

El eslabón del antes y de hoy.

Se termina la historia de su vida, continua su leyenda.

Los caminos viejos de Tlaxcala lloran al torero.

Los torerillos del mundillo lloran desconsolados.

El toreo está de luto.

Se fue un grande.

Eterno por siempre.

Una vuelta más al ruedo.

Mil ovaciones más al torero.

La Puerta Grande te espera. La más importante.

¡Torero, Torero, Torero!