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4, junio 2016 - 22:46

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Nota-Toros-Pana-

POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

ENVIADO ESPECIAL

APIZACO, Tlax.- Se alargó en el paseíllo el matador de toros Rodolfo Rodríguez “El Pana”, ya que el traslado de su féretro de Guadalajara a Tlaxcala transcurrió en más de diez horas por dos razones: la carroza se quedó sin gasolina en el tramo Guadalajara-Toluca y luego se descompuso. Vaya trayecto.

 

Desde las 20 horas del viernes los parroquianos de Apizaco se juntaron copiosa,ente en el auditorio municipal, ansioso por recibir a su torero. El tiempo pasó y los presentes fueron retirándose; los que se quedaron finalmente presenciaron el arribo de Rodolfo Rodríguez a las cuatro de la mañana del sábado. Largo trayecto.

 

La mañana del sábado transcurrió sin gran relevancia, poca gente visitó los restos del “panadero”, no obstante, a partir de medio día taurinos, amigos y familiares se fueron incrementando. Las guardias de honor las incitaron en ese horario los miembros del comité de la Asociación de Matadores.

 

Hubo cante y poesía para “El Pana”, aplausos y remembranzas de su vida.

 

El párroco local fue a bendecir el ataúd y rezar, así como dar el pésame a los deudos.

 

Ahí estaban la esposa del matador fallecido, así como su hija.

 

Mientras tanto, las familias continuaban arribando para despedir a este grandioso personaje.

 

Las anécdotas e historias del torero se estuvieron contando por docenas a donde quiera que uno se acercara.
Vida y obra del genio.

 

Romántico empedernido del toreo.

 

Hechicero de los ruedos que embrujaste a todos con tu magia divina.

 

Los amigos de la infancia del “Pana” y de la legua eran los que más se acercaron a la realidad del torero, al día a día que solo pocos saben de este fenomenal torero.

 

Torerillos, novilleros, matadores, ganaderos y empresarios, sobre todo locales, se dieron cita para despedir al torero.
Desde las nueve de la mañana y hasta las 15 horas señoras llegaban al sepelio para rezar rosarios, para cantar notas eclesiásticas y pedir por el eterno descanso del torero.

 

Dos mantas monumentales donde el “Pana” aparecía junto a la leyenda de agradecimiento adornaban la cabecera del féretro. Mientras que el ataúd estaba flanqueado por dos pinturas del matador, por coronas florales y cobijado con el típico sarape de Saltillo que Rodriguez utilizó en los paseíllos.

 

El calor de sus seguidores enfundó cada momento.

 

El cariño y respeto que le fue brindado al torero se palpó en todo instante.

 

A las cuatro de la tarde el ataúd del matador fue conducido a la plaza de toros Monumental de Apizaco, que fue bautizada con su nombre hace seis años.

 

Los gritos de torero, torero retumbaron camino al ruedo.

 

En el coso la gente ya esperaba en los tendidos.

 

Al centro del redondel se observaba un tápete típico del estado de Tlaxcala, una imagen del torero rodeada de flores y la mesa desde donde el cura oficio la misa.

 

Minutos antes de la hora taurina entró el féretro de Rodolfo cargado por toreros y amigos. Los aplausos se desgranaron, las porras y los gritos de el “Pana” esta vivo.

 

Dieron dos vueltas a sus restos, las mismas que volvieron a dar al final de la misa.

 

Al término de la ceremonia religiosa el cuerpo del torero fue conducido en calandria hasta la Basílica de Apizaco.

 

El cortejo fúnebre paralizó el Boulevard 16 de septiembre de esta localidad.

 

La calandria, tirada por un caballo blanco, transportaba el ataúd con bolillos en sus costado, flores y claveles en su parte posterior. Le acompañaban en la carreta su apoderado Salvador Solórzano, su compadre Rafaelillo y su mozo de espadas el “Calafia”.

 

La Basílica le recibió con los brazos abiertos, la parada fue breve, apenas para que el padre rezará un par de oraciones, como estaba planeado. Pero la gente llenó el lugar sagrado.

 

A partir de ahí los restos de Rodolfo continuaron en la carroza, seguida por docenas de personas que no mostraron un ápice de cansancio.

 

Atrás la fila de coches era larga, motivo por el que al policía municipal desplegó un operativo para agilizar el paso del cortejo.

 

No estaba cerca el servicio de cremación, de hecho se ubica en las orillas de Apizaco, allá rumbo al cerro de la Malinche, que atestiguaba el paso del torero.

 

Cerca de las vías del tren detuvo su paso la llamada “Bestia” al momento que se topó con la marcha fúnebre.
Retumbó sus trompetas una y otra vez como quien toca un claxon de su automóvil en son de apoyo. El estruendoso sonido avisaba prácticamente la llegada del matador a su última morada.

 

La Sinfónica de Tlaxcala que acompañó la misa de igual forma caminó junto al féretro hasta el último momento, entonando pasos dobles una y otra vez.

 

A las 19 horas Rodolfo Rodríguez “El Pana” llegó al crematorio.

 

Ahí se acabó la historia de una leyenda nacida hace muchos años atrás.

 

El día que había comenzado con un sol esplendoroso concluyó nublado, con viento helado; nostálgico. Te vamos a extrañar.

 

Y dentro de la tremenda desgracia que este deceso significa para la familia del torero y para la Tauromaquia, el amor también suele florecer. De la tristeza nació la alegría. Había una vez una hermosa dama y un apuesto caballero, que atraídos por el adiós al torero se conocieron sin haberlo si quiera imaginado.