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8, junio 2016 - 19:16

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POR HÉCTOR REYES

El nadador paralímpico Juan Ignacio Reyes viajará el domingo a Tenerife, España, para realizar un campamento en uno de los centros acuáticos más avanzados en el mundo, donde usará principalmente el canal de flujo hidrodinámico, con la meta de ganar su quinta medalla de oro consecutiva en los 50 metros dorso, durante los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro.

 

Este canal tiene varias opciones de análisis de la técnica, sensor de movimiento de cadera, grabación de video de tres ángulos diferentes, ventana de observación y pantalla de televisión para valoración inmediata. Juan Ignacio necesita igualar o mejorar su marca  mundial de 42.71 segundos para pelear el oro a dos nadadores rusos y uno checo.

 

En el test de la natación paralímpica  de  Río de Janeiro  no le fue nada bien, ni el mismo se lo explica todavía.

 

Otro factor y el más importante de su carrera ha sido su mamá doña Socorro González, quien ha estado con él desde sus inicios en la natación cuando tenía seis años, de eso han pasado 28 años y 23 en el alto rendimiento. La energía materna que hizo de Juan Ignacio una leyenda de la natación paralímpica.

 

“Mi mamá siempre ha estado presente, es mi  apoyo, estoy agradecido por todo lo que ha hecho por mí. El saber controlar, mediar, balancear lo que es la vida deportiva, porque también es su vida deportiva  y combinarlo con la familia demuestra una gran fuerza. He aprendido mucho de eso y  me ha dado una de las herramientas principales de mi vida tanto fuera como dentro del deporte para sobresalir y dar lo mejor de mí”.

 

La señora Socorro sufrió una enfermedad intestinal  que la incapacitó durante un año y fue la primera vez que se separaban. Intervinieron en su ausencia el entrenador, un amigo de la universidad, el tío Carlos y su papá para que no descuidara su preparación. Reconoció que fue bastante duro, porque él viajaba a Tenerife y ella se sometió ese mismo día a una cirugía a consecuencia de una peritonitis. Sus logros,  afirmó son también de ella dentro y fuera del  deporte.

 

“Físicamente esta mi mamá en cada competencia, en cada entrenamiento, pero sé que mi papá, mis hermanas, toda la gente que esta ayudándome también son parte de mi carrera. Es un equipo que me acompaña siempre : Cada triunfo, cada medalla en competencia  es para ellos”.

 

La señora Socorro, ahora se desempeña como auxiliar de natación gracias a la experiencia y capacitación con Juan Ignacio. Recuperó vitalidad, es  consciente de que  su misión ha sido apoyarlo en todo lo que hace.

 

Son muchas las anécdotas que han vivido juntos, como cuando ganó su primera medalla mundialista en Nueva Zelanda en 1998, luego de que llegaron tarde a la competencia por cambio de horario, ella se metió al vestuario de los nadadores para cambiarlo ante la premura de que estuviera listo en la cajón de salida.

 

“En el 2014, tuve un problema de salud muy serio,  le dije a mi hijo vete con Ulises gordo y  te alcanzo el lunes, pero no de que año, porque ese mismo día me operaron. El me veía muy mal, pero insistí que se fuera y lo alcanzaba otro día”, era la primera vez que se separaban.

 

Han pasado 20 años desde su primera participación en Juegos Paralímpicos, con una trayectoria limpia y con mucho esfuerzo, “los disfruta muchísimo, quién se lo quita”, enfatizó orgullosa la señora Socorro, lista para compartir y disfrutar los logros del delfín mexicano.

 

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