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11, junio 2016 - 10:44

┃ EFE

Alemania-

En el minuto 17 del amistoso que disputaban el pasado 13 de noviembre a las afueras de París Francia y Alemania, se escuchó un estruendo. Y poco después un segundo estallido retumbó en el Estadio de Francia de Saint Denis.

 

Un comando de tres terroristas suicidas se hacía explotar en las inmediaciones del recinto deportivo, en lo que marcaría el inicio de una serie de ataques yihadistas casi simultáneos que dejaron 130 muertos en la capital y sus alrededores.

 

A pesar de la evacuación del estadio del presidente de Francia, François Hollande, los jugadores no supieron hasta después del partido que París sufría el peor ataque terrorista de su historia reciente. Ante el desconcierto general de aquellas primeras horas, los jugadores germanos pasaron la noche en los vestuarios.

 

Cuando Alemania vuelva a jugar mañana en tierras francesas en su debut en la Eurocopa, habrán transcurridos 223 días desde aquél fatídico viernes.

 

El escenario será el Estadio Pierre-Mauroy de Lille, una ciudad del noroeste de Francia blindada para recibir a la campeona del mundo, y el rival será Ucrania.

 

En ese país, precisamente, la policía detuvo el pasado 21 de mayo a un ciudadano francés cargado con un arsenal de tres lanzagranadas, más de 100 kilos de explosivos, varios kalashnikov y abundante munición. El individuo, contrario a la política de inmigración del Gobierno galo, estaba aparentemente preparado para atentar durante la Eurocopa, según las autoridades ucranianas.

 

Ha sido el último susto relacionado con un torneo que vigilarán unos 70.000 agentes de seguridad y en el que la amenaza terrorista, en boca del jefe del Estado francés, es la principal amenaza, desplazando al salvajismo de los “hoolingans” o a las huelgas en los transportes públicos que perturban al país anfitrión.

 

Inglaterra no ha dudado en recomendar a sus ciudadanos que no viajen a Francia durante el torneo mientras que Alemania, sin mencionar directamente a la Eurocopa, también ha lanzado esta semana una alerta a través de su Oficina Federal de Investigación Criminal (BKA) sobre la amenaza que suponen los ataques con drones en eventos deportivos.

 

Incluso el presidente germano, Joachim Gauck, ha reconocido estar “inquieto, como mucha gente en Europa”.

 

“Preocupado de ver que esa fiesta pacífica podría verse perturbada (…). Nuestros vecinos (los franceses) acumulan experiencias amargas y sin duda están muy tensos. Han invertido mucho para garantizar la seguridad”, declaró Gauck esta semana.

 

La prudencia extrema se ha contagiado a parte de la plantilla y el defensa Jerome Boateng anunció recientemente que no traerá a su familia a la Eurocopa, para curarse en salud.

 

“Para mí el riesgo es simplemente demasiado importante”, señaló consternado aún por los atentados del 13N el defensa del Bayern Múnich, un club que negocia con el fabricante Rheinmettal la compra de sistemas electromagnéticos de protección de su estadio, el Allianz Arena, contra ataques con drones.

 

La selección alemana llegó hoy desde su hotel de concentración en la localidad de Evian, en la frontera Suiza, hasta el Grand Hôtel de Roubaix donde se alojará la víspera del partido, un recinto inspeccionado por artificieros y cercado después por agentes de policía y de seguridad para evitar incidentes.

 

Los aficionados, sin embargo, parecen menos intranquilos ante la hipótesis de que el terrorismo islámico o de extrema derecha aproveche la Eurocopa como vitrina y los hinchas germanos sí que arroparán a la campeona del mundo en el inicio de su asalto a su cuarto título continental.

 

Más allá de los 25.000 que caben en la zona de aficionados (fan zone) del centro de Lille, se espera que entre 3.000 y 5.000 seguidores alemanes, de los 20.000 que acudirán al partido, participen el domingo en una marcha de cinco kilómetros desde el centro de Lille hasta el estadio, la tradicional “Nationalmannschaft” para trasladar su apoyo al equipo patrio.

 

El cortejo estará protegido, además de por las fuerzas de seguridad francesas, por ocho agentes de policía venidos de Alemania y otros ocho llegados de Ucrania, país cuyos partidos han sido clasificados como sensibles por las autoridades galas ante el conflicto abierto con Rusia, también presente en el torneo

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