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18, junio 2016 - 8:49

┃ EFE

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Perú se va de la Copa América con buen sabor de boca y medio camino andado de cara a las eliminatorias del Mundial, al haber recuperado la entrega y el orden defensivo, aunque falta mucho trabajo para que la Albirroja pueda aspirar a remontar en la clasificación.

Si Ricardo Gareca planteó esta Copa América como una oportunidad de acometer una renovación en un equipo que hacía aguas por todos los lados, el seleccionador puede hacer balance positivo, ya que sólo encajó dos goles en cuatro partidos.

Su rendimiento fue opuesto al de las eliminatorias mundialistas, en las que el equipo inca ha recibido una media de dos tantos por partido en las seis primeras fechas.

Los responsables de la mejoría son precisamente algunas caras nuevas y que ahora son candidatos a un puesto fijo en el once de la selección, como los defensas Miguel Trauco y Aldo Corzo o los centrocampistas Renato Tapia y Óscar Vílchez, que dieron contundencia e intensidad al juego del equipo.

El portero Pedro Gallese, de 26 años, también se afianzó en el arco peruano y ofreció la sensación de que supone una garantía atrás.

Con ellos, Perú fue de menos a más en la competición. En su primer partido serio, ante Ecuador, cedió dos goles en los últimos minutos, después dejó su portería imbatida ante Brasil, aunque no sin pasar grandes apuros en la primera parte, y en los cuartos de final firmó su encuentro más completo, al menos en el capítulo defensivo.

Otro cantar es el ataque y la elaboración del juego, que siguieron sin dar sus frutos, a pesar de que Christian Cueva, Edison Flores o Paolo Guerrero, en algunos momentos, sí dieron muestras de su potencial.

Contra Brasil y Colombia, Perú sólo logró generar una ocasión de peligro, ante el primero la convirtió y la falló en la cita de cuartos de final.

Estas deficiencias, probablemente, le exigirán a Ricardo Gareca recuperar a alguno de los jugadores consagrados que dejó fuera de la competición continental, como el delantero André Carrillo o el extremo Jefferson Farfán.

De pronto, el técnico dijo que le gustaría trabajar en dos líneas, la de “automatizar movimientos” para evitar algunos errores habituales en el último pase y la de dotar de libertad a los hombres de ataque para que desarrollen su “inventiva”.

La tarea que tiene por delante en absoluto es fácil: con dos tercios de las eliminatorias por delante, doce partidos y 36 puntos por disputarse, Perú es octavo, tiene cuatro puntos y está obligado a remontar al menos seis con respecto a Chile, que ocupa el cuarto y último puesto que da acceso a Rusia 2018.

Sus próximas citas, en septiembre, serán una visita a Bolivia y el recibimiento de Ecuador, equipo contra el que jugó de igual a igual en la Copa América, pero que camina en los primeros puestos de la clasificación para el Mundial, el objetivo primordial de Gareca y que Perú no logra desde 1982.

El balance de la Copa América tal vez no permite excederse en el optimismo, pero los propios jugadores peruanos fueron unánimes al indicar que el grupo se ve fortalecido de cara a las eliminatorias.

“El futuro de la selección está asegurado”, así lo resumió el volante Óscar Vílchez, una de las caras nuevas del equipo, aunque ya con 30 años cumplidos. EFE

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