POR ABIGAIL PARRA

QUIZÁS los procesos anteriores de la Selección Mexicana malacostumbraron a varios con caras largas y nulas declaraciones ante los fracasos que derribaron hasta la salida de los técnicos nacionales, sin embargo, tras lo vivido con Miguel “Piojo” Herrera, que llegó hasta los golpes, ahora el plantel ha optado por dar la cara, hablar, ofrecer disculpas, mostrar el apoyo con palabras y sobre todo, mantener cierto hermetismo que de alguna u otra manera puede ser mermado.

Este domingo, el conjunto tricolor llegó a la Ciudad de México dividido en grupos; varios jugadores tomaron conexiones a Guadalajara y Monterrey, otros, como Diego Reyes y Raúl Jiménez, estarán unos días en la capital… precisamente fueron éstos los que hicieron el anuncio de un día ajetreado entre vuelos y ver las posibilidades de los mexicanos para contar con sus impresiones un día después de la fatídica derrota ante Chile que se convirtió en histórica por el 7-0 que terminó el sueño de la Copa América Centenario, torneo en el que el favoritismo seducía fuertemente a los aztecas.

Reyes esquivó un poco la prensa, se hizo del rogar, como dirían por ahí, pero al final se detuvo y complació los cuestionamientos. Raúl pidió no ser contemplado en dicha actividad, por lo que se limitó a complacer aficionados mientras su amigo hablaba a los micrófonos. Guillermo Cantú hizo lo propio, detrás salió Hirving Lozano, el ofensivo del Pachuca logró escabullirse y retirarse de la vista de todos en un elevador.

Al final, los utileros desfilaron.

Ya por la noche, Decio de María, presidente de la Federación Mexicana de Futbol, y Miguel Layún, pisaron suelo mexicano, mesurados y dispuestos a encontrar una explicación coherente de lo que se vio en la cancha con los aztecas.