Nueve y media de la mañana, algunos jugadores comienzan a llegar a las instalaciones de La Noria para practicar lo correspondiente a la jornada y así cerrar la semana para tomarse dos días de descanso. Mañana nublada al sur de la Ciudad de México poco a poco los carros entran y los minutos avanzan; una hora después, el entrenamiento de Cruz Azul arranca.

Todo el plantel se coloca en la mitad de la primera cancha de la casa cementera, ahí arrancan con ejercicios de calentamiento comandados por Tomás Boy. El “Jefe” los observa, están casi todos, sólo le faltan dos, Rosario Cota que se encuentra con la Selección Sub-23 y Jesús Corona, el portero disfruta de unos días de vacaciones tras su participación con los tricolores en la Copa América Centenario.

Pero mientras todo era felicidad, entusiasmo y concentración por parte de los celestes, al fondo, en la otra cancha, detrás de una malla estaba Marc Crosas. El catalán que ya no entra en planes con La Máquina, sin embargo, hasta hoy tiene la oportunidad de acceder a las instalaciones para entrenar, eso sí, relegado, a un lado de la plantilla sin poder acercarse o ser partícipe de la rutina de los pupilos de Boy.

No, nada de eso, al contrario, Crosas sólo se dedicó a trotar y dar vueltas al rectángulo verde; pasó cerca de sus compañeros, pero sólo la mirada les dirigió para después concentrarse en lo suyo. Al término, cuando los jugadores iban a comenzar con el tema táctico, Marc terminó, tomó agua y pasó al gimnasio. La directiva espera que para el lunes o martes la situación se arregle y haya algún interés del extranjero por el mediocampista que se lesionó el torneo pasado y cuando logró recuperarse, las cosas cambiaron, pues fue colocado con la Sub-20, ya no regresó con el primer equipo.

Eso sí, a la salida, fue el único que se detuvo un par de minutos para complacer a un aficionado que se ilusionó a ver que la camioneta del naturalizado se detuvo y el cristal se bajó, pues sus intentos con los demás fueron fallidos. (Abigail Parra/Fotos: Alejandro Villa)