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26, junio 2016 - 9:52

┃ EFE

Nota-Fut-Bale-

Gales llegó a la Eurocopa de Francia como una de esas selecciones simpáticas que todo el mundo miraba con una media sonrisa en la boca y preguntándose cuantos goles les van a meter.

Pero a fuerza de obstinación, y llevados por la calidad de su estrella, Gareth Bale, están ya en cuartos de final y ahora la sonrisa ha dejado paso a la perplejidad y a la duda de si Gales no será la Dinamarca de 1992 o la Grecia de 2004.

A poco que la suerte se alíe con el equipo, situado en la parte más blanda del cuadro, los británicos pueden plantarse en la final sin vencer a ningún campeón de nada. Y, en una final, nada es imposible.

De momento, Gales es ya la sensación de la primera Eurocopa de 24 equipos. El pequeño país ha sabido combinar todos los ingredientes del éxito: un equipo unido, una táctica sólida y una estrella en plena forma.

Nada garantiza el éxito, pero la selección de Chris Coleman se ha dotado de la buena receta para conseguirlo.

No es por casualidad si Gales ha despertado una expectación sin precedentes en el país de poco más de 3 millones de habitantes, a la sombra de la todopoderosa Inglaterra.

En pocos años, una nación que solo vivía por el rugby ha aprendido a querer a un equipo que le ha pagado su afecto con éxitos.

Desde 1958 Gales no estaba en la fase final de una competición importante. De eso hace ya 58 años, pero el recuerdo del Mundial de Suecia alimenta ahora las esperanzas.

Ivor Allchurch, Cliff Jones, Trevor Ford o John Charles cayeron en cuartos de final contra la Brasil de Pelé y, desde entonces, Gales no ha vuelto a brillar en la escena internacional.

En 2011 Gales sobrevivía como 114 de la clasificación de la FIFA y disputó un encuentro contra Irlanda del Norte en el que solo 529 fans acudieron a las gradas.

La selección había perdido ocho de sus últimos nueve partidos y el clima era de total depresión.

El hombre que comenzó la recuperación fue Gary Speed, que puso el primer ladrillo de un edificio que ahora arrastra a miles de aficionados en cada uno de sus partidos en esta Eurocopa de Francia y que tiene al país en vilo.

Cuando se suicidó, Gales había comenzado ya la tendencia ascendente y su amigo de infancia Coleman recogió el testigo con el objetivo de rendir homenaje a su memoria.

Apoyado en la calidad de Bale, completada por la de Aaron Ramsey, el equipo ha creado un espíritu de victoria que cultivan todos sin excepción.

“Juntos somos más fuertes” no es el lema contra el Brexit, si no el que lucen los galeses como símbolo de la unión con el objetivo de hacer historia.

Ni siquiera Bale, el fichaje más caro de la historia del fútbol, escapa a la disciplina del grupo y el jugador del Real Madrid no parece anteponer sus ambiciones personales a las del equipo.

La estrella está rodeada por una legión de jugadores bregados en la Premier inglesa y que aportan la experiencia y el rigor táctico que convierten a Gales en un equipo sólido.

Pero no solo tiene fortaleza defensiva la selección galesa, que acabó la primera fase como máximo goleadora, con seis dianas empatada con Hungría, y que ha colocado a Bale como máximo anotador provisional, empatado con el español Álvaro Morata

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