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Mira

11, agosto 2016 - 19:50

┃ AFP

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Los primeros años de su vida podrían haberle hecho caer del lado malo, pero Simone Biles es un modelo de equilibrio que vuela en la cima de la gimnasia mundial desde 2013 y debería seguir cosechando éxitos en Rio.

A sus 19 años y con dos oros en lo que va de la justa (aspira a tres más), la estadounidense es la reina indiscutible de la gimnasia artística, tal vez incluso la máxima referencia de esta disciplina dominada durante años por Nadia Comaneci.

Simone “es sin duda la gimnasta con más talento que he visto jamás y creo que solo ha mostrado una fracción de lo que puede hacer, es imbatible”, afirmó con admiración su compatriota Mary Lou Retton, campeona olímpica en Los Ángeles-1984.

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Biles está dotada de un talento excepcional: es la primera gimnasta en la historia que gana tres títulos mundiales consecutivos en el programa completo, a los que se suman otros siete por equipos o aparatos.

Solo le falta el oro olímpico, un metal que podría llevarse en cinco de las seis pruebas que figuran en su programa. Todas menos las barras asimétricas, que a menudo le recuerdan que, después de todo no es más que una simple mortal, sometida ella también a las leyes de la gravedad.

Droga, alcohol y adopción  

Su infancia no le predestinaba a este dorado destino. Ahogada en la droga y el alcohol, su madre la descuidó -a ella y a sus otros siete hijos- y los servicios estatales de la ciudad de Columbus, en Ohio, tuvieron que intervenir.

Con sólo tres años, Simone y su hermana Adria, se fueron a vivir a Spring, cerca de Houston, con su abuelo materno, Ron, y su esposa Nellie, quienes un tiempo después las adoptaron oficialmente.

Tras empezar a practicar la gimnasia a los seis años, fue descubierta dos años más tarde por Aimée Borman, su entrenadora hasta el día de hoy.

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Más allá de la explosividad y de la gracia que le permiten realizar los ejercicios más difíciles, la principal baza de Biles es su fuerza mental.

“Un día decidió que sería una gran gimnasta y desde entonces lo ha hecho todo para lograrlo”, explicó Borman recientemente al semanario Time.

Su infancia le preparó para este desafío. La gimnasta sigue en contacto con su madre biológica, que le llama por su cumpleaños o durante las fiestas de fin de año, pero ha pasado página.

Conoció la gloria

“Cuando era más pequeña me preguntaba qué habría sido de mi vida si no hubiese pasado nada de esto. A veces todavía me pregunto si (su madre biológica) se arrepiente y querría haber hecho las cosas de manera diferente, pero evito plantearme estas preguntas porque no las tengo que responder yo“, afirmó.

Biles, que mide apenas 1m45, sorprende también por lo distendida que parece durante la competición y la alegría que muestra en los entrenamientos, algo que al principio no le gustaba nada a Martha Karolyi, directora del equipo de Estados Unidos y esposa de Bela, el entrenador que condujo a Comaneci a sus cinco títulos olímpicos en Montreal-1976 y Moscú-1980.

“Me decía ‘cálmate un poco’ pero entendió que lo necesitaba para sentirme bien”, recuerda.

El secreto de la mujer que eclipsó por completo a Gabby Douglas, la otra prodigiosa gimnasta negra estadounidense y bicampeona olímpica en 2012 (concurso completo individual y por equipos), es tal vez que tiene la impresión de estar viviendo un sueño despierta.

“Cuando gané mi primer título en 2013, estaba estupefacta, no me creía capaz; empecé a creer más en mí en 2014, cuando me dije: ‘A lo mejor soy buena después de todo’. ¿Pero de ahí a participar en los Juegos Olímpicos? Es simplemente alucinante“, afirmó.

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