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11, agosto 2016 - 19:55

┃ Luis García Olivo

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POR LUIS GARCÍA OLIVO

Río de Janeiro.-Pasará el tiempo y lo más importante es que sanen las heridas al interior de la Selección Nacional y todos sus agremiados. Desde los siempre directivos que delegan responsabilidades hasta un Juan Carlos Osorio que sigue en el proceso de adaptación en México y hasta un “Potro” Gutiérrez, que ante la falta de apoyo y las complicaciones siempre dio batalla. Eso sí sin dejar a un lado a los jugadores que en muchas ocasiones pecaron de displicencia y parte de su arrogancia los llevó a los fracasos en este 2016.

Este año no fue para el Tricolor, ni para la selección olímpica y menos para la mayor, que de manera humillante sigue sin dar la cara para los medios de prensa escrita, esa que siempre la acompaña a donde vaya, desde los partidos intrascendentes hasta los oficiales entre eliminatoria y torneos.

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Sin embargo, el autoanálisis se hace ahora que concluyó la participación del Tricolor en los Juegos Olímpicos de Río, en donde ambas selecciones son punto y aparte, pero la conclusión fue la misma: El fracaso.

Una con más apoyo que la otra y con mejores jugadores que en el terreno de juego tendría que reflejarse, la conclusión final fue que México ni aquí ni allá se la rifó. Ambas marchaban con presiones a sus espaldas, posiblemente más la olímpica porque era la campeona, en la mayor era casi imposible coronarse ya que había selecciones de alto calibre como lo fue Chile, Argentina y hasta Brasil.

Las expectativas de ambas selecciones estaban puestas en lo más alto, en comerse al mundo, en acaparar los reflectores y todo esto porque Juan Carlos Osorio comandaba una racha de varios partidos sin conocer la derrota y marcaba diferencia en la eliminatoria mundialista de la Concacaf.

Por su parte, el Tricolor Sub-23 llegaba con una buena vibra de varios chavos que ya brillan en la primera división como en el caso de Hirving Lozano, Marco Bueno, Érick Gutiérrez, Carlos Salcedo, Ponchito González y hasta Rodolfo Pizarro, que en compañía de Oribe Peralta, Alfredo Talavera y Jorge Torres Nilo se auguraba una mejor realidad.

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No obstante, la falta de apoyo hacia ésta con el convencimiento al PSV y Benfica al cuarto para la hora por los servicios de Andrés Guardado y Raúl Jiménez inició con las complicaciones. Aunado a ello, el soporte de los clubes era poco visible y más como ocurrió en el caso de Chivas que solamente otorgó a algunos elementos y no a todos como los pretendía el propio Potro Gutiérrez.

Un acuerdo entre Vergara, Almeyda y Gutiérrez solamente proporcionaron a Salcedo, Pérez y  Cisneros, y en Guadalajara tuvieron que quedarse Zaldívar y Orbelín, ahí se empeoró la situación.

Además, las concentraciones en donde iban y venían del CAR  a sus clubes cortaban el proceso de preparación previo al viaje a Río. Y de última hora también se llamaba a los refuerzos mayores.

También el cansancio de varios jugadores arremetió e impactó. Lozano, Talavera, Torres Nilo y Oribe participaron en la Copa América Centenario y Juegos Olímpicos, y por más ganas que tuvieran, el cuerpo y las piernas no siempre les dieron al máximo.

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Dichos jugadores llegaron cansados a la cita de Río, Oribe no podía ante la velocidad de los jóvenes rivales, Torres Nilo lucía lento y Lozano era el más despierto. El cumulo de partidos entre Copa América Centenario-Liga MX y Juegos Olímpicos los complicó.

Los duelos de preparación que tuvo este Tricolor frente a Argentina, Nigeria, Zacatepec y América sirvieron de poco o casi nada, ya que en el torneo mostraron caras diferentes.

ALEMANIA

Frente a los teutones México tenía que ganar sí o sí para labrar su camino a la segunda fase. Un emocionante  empate y la victoria a la deriva ocasionaron que no sumaran de a tres unidades.  Lozano tuvo el 3-2 que podía derrotar al rival, pero ahí iniciaban con su falta de contundencia ante un rival que era complicado, pero no imposible de vencer.

FIJI

Desde que se conoció como contrincante, el Tricolor sabía que era el rival a modo. Sin embargo, un pésimo primer tiempo les pasó factura. Par de fracturas en Oribe Peralta y Rodolfo Pizarro  marcaron el camino para lo que seguía, pues la goleada era casi un hecho desde antes de iniciar el partido y no había necesidad de exponer a un jugador de calidad y liderazgo como en el caso de Oribe, pues de habérselo guardado hubiera estado contra Corea.

México ganó con autoridad, no vapuleó lo necesario y fue exhibido ante un modesto contrincante, pero la victoria resultó ser de doble filo, perdió a Peralta por fractura en la nariz y Pizarro del peroné. Costosas perdidas que desmoralizaban al grupo y lo dejaban casi desnudo para enfrentar al rival más complicado del sector: Corea.

COREA

Con los regresos de Peralta y Pizarro al país, y la concentración de Raúl López y Carlos Fierro era incierto el panorama de México, pero la balanza se inclinaba desde en un principio a favor de los coreanos y esto porque habían jugado bastante bien en sus dos anteriores cotejos frente a Fiji y Alemania. México era dubitativo.

Lo inimaginable ocurrió, México jugó cien por ciento mejor y los asiáticos sorprendieron al exhibir su peor versión. El Tricolor mandaba en el terreno de juego pese a no anotar, se cansó de fallar y crear oportunidades, pero lo coreanos en la única que tuvieron supieron matar y firmaron su pase a la siguiente fase sin importar que eliminaran al campeón olímpico.

La eliminación se gestó, ésta desde la primera fase. Memo Cantú y Decio de María echaban lumbre, el fracaso los impregnaba.  El “Potro”, con la frente en alto, sabe que por él y los suyos no quedó, se marchó con el orgullo intacto y se responsabilizó del fracaso, no le asusta ser blanco de críticas, los chavos también cargaron con su culpa, en su discursó reinó la falta de contundencia, por lo que se fueron tristes por su familia, pero más por México.

Antes de las burlas debe llegar la autocrítica y ésta al interior de los dirigentes de la Selección. Es cierto que deben pensar en grande como siempre ocurre a inicios de año, pero no alcanza con una planeación de objetivos, sino el llevarlos a cabo. El fracaso es la conclusión de la falta de trabajo y apoyo, se pensó en triunfalismos antes dé y se cayó en eliminación y humillación.

Los jugadores en tanto, también  son parte de la catarsis, su ego y el papel de élite muchas veces los rebasa, no son humildes y menos cuentan con los pies en la tierra, minimizan a los rivales, pecan de egoísmo, displicencia y arrogancia que solamente se traduce en la mera realidad, pues Chile, sin creerse nada, demuestra su poderío en el terreno de juego y no con palabras de triunfalismo como ocurrió en la Copa América Centenario.

Mientras que en Río, también los chavos van por ese camino, pues tampoco pudieron haber regalado un primer tiempo como ocurrió con Fiji, y no concretaron las incontables  oportunidades que tuvieron frente a Alemania y Corea, más allá de que fueran superiores en el terreno de juego.

La prensa también juega un papel preponderante en esto, muchas veces aplaude en exceso logros intrascendentes y se hace leña del  árbol caído cuando se le derrota al Tricolor. Debe ser más imparcial y no irse con lo siempre polémico o amarillista en tiempos donde un “Tuit” es más importante que la aportación dentro del terreno de juego o las declaraciones de los protagonistas. La  interacción debe ser mejor porque es el principal canal para los verdaderos frustrados: Los aficionados, que nuevamente se les da otro traspié y no hay argumentos para maquillar los fracasos.