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16, agosto 2016 - 10:44

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Distinto a lo que se podría pensar, la vida del brasileño Joao Havelange, fallecido este martes a la edad de 100 años, estuvo sumamente ligada al olimpismo.

Su influencia en el mundo de los deportes lo llevó a ser miembro del Comité Olímpico Internacional, sin embargo, ante los escándalos de corrupción durante su mandato en la FIFA, se vio obligado a presentar su renuncia como miembro del COI para evitar ser sancionado y también a abandonar su puesto de presidente honorario de la FIFA, cargos desde los que continuó gozando de una gran cuota de influencia y de respeto en el mundo del deporte.

Esa influencia la usó para persuadir a sus compañeros del COI para que designasen a su ciudad natal, Río de Janeiro, como sede de los Juegos Olímpicos de 2016, por delante de Madrid, Chicago o Tokio.

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El gran artífice de la designación de Río de Janeiro como sede olímpica, fue, sin embargo, el gran ausente en la ceremonia de inauguración celebrada el pasado 5 de agosto en el estadio Maracaná.

Río de Janeiro ha escondido su nombre en los Juegos Olímpicos y lo retiró del Estadio Olímpico, que fue denominado “João Havelange” en 2007, cuando el dirigente era uno de los miembros más respetados del COI.

Antes de llegar a la FIFA, el currículo de Havelange ya estaba vinculado al deporte, aunque no siempre al fútbol, sino también a la piscina.

Nacido el 8 de mayo de 1916 en Río, Jean-Marie Faustin Goedefroid de Havelange, de ascendencia belga, llegó a jugar al fútbol en las categorías juveniles del Fluminense y luego representó a Brasil como nadador en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 y en el equipo de waterpolo en Helsinki en 1952.

Al abandonar las piscinas, se dedicó a la abogacía y se hizo empresario. Presidió durante 58 años la compañía de autobuses Cometa, que convirtió en una de las más importantes del sureste de Brasil.

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