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Mira

16, agosto 2016 - 20:52

┃ Luis García Olivo

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POR LUIS GARCÍA OLIVO

ENVIADO ESPECIAL

BOTAFOGO.- En plenos Juegos Olímpicos el mundo del deporte se cimbró por la muerte del expresidente de la FIFA y miembro del COI, el brasileño Joao Havelange, quien falleció a la edad de cien años debido a una fuerte neumonía que lo atacaba desde hace más de tres meses.

En el hospital donde era atendido todo era incertidumbre, la familia no quería dar la noticia, los medios de comunicación buscaban la información, pero nietos e hijos rehusaban a dar un parte médico.

Los galenos tampoco decían nada y las horas de incertidumbre crecían, pero no fue hasta que una de las viejas niñeras de un nieto –hoy joven- destapó la noticia y confirmó la partida del exdirectivo que en su momento le dio a México el Mundial de 1986.

Una vez que la información se conoció, la noticia circuló, el parte médico salió a la luz y la familia movilizó los trámites y servicios funerarios. Todo fue extremadamente rápido.

En guardia, en el nosocomio, no había pistas por dónde sacar al cuerpo del exmandamás de la FIFA, nuevamente nadie decía nada. Al poco tiempo circulaba la información de que ya le daban santo sepulcro en el viejo e histórico cementerio Sao Joao Batista en pleno corazón de Botafogo.

Ahí, a casi los pies del Cristo de Corcovado y del Parque Tijuca existe la fosa familiar de los Havelange a donde llegó el nuevo huésped. El féretro de Joao inmediatamente se colmó de frescas flores y agradecimientos que inmediatamente hicieron diferencia entre tanto ambiente tétrico.

Varios ramos de flores invadieron la tumba y por ello no se pudo dar lectura a la placa con su nombre, solamente en las cintas de agradecimientos se atestiguaba al exdirigente de FIFA.

A los lejos el enorme Cristo de Corcovado lo observaba, le daba la bienvenida al mundo celestial y le abría los brazos a su nuevo destino. Familia y amigos decidieron que todo fuera extremadamente rápido, sin oraciones o velaciones, ya no querían padecer aún más este largo sufrimiento. Así que en un abrir y cerrar de ojos, y directamente del hospital al panteón le dieron santo sepulcro al dirigente que se mantuvo al frente de FIFA por 24 años, por lo que varios amigos no se pudieron despedir de él, es más, ni su propia esposa.

Havelange impulsó la creación de torneos internacionales e inferiores, le dio impulso a las ramas femeniles. Sacó de lo habitual a los Mundiales de futbol y los llevó a tierras inimaginables, como en el caso de Estados Unidos, donde no había futbol en 1994 y creó las sedes en conjunto, como en el 2002 con Corea y Japón. Fue parte importante también para el Comité Olímpico Internacional y a México lo apoyó para que se quedara con el Mundial del 86 ante el poco esfuerzo de trabajo y la falta de garantías de seguridad por parte de Colombia.

Así se fue Havelange del mundo terrenal, extremadamente rápido, tiempo incomparable con la edad a la que falleció y a los años en los que duró al frente de la FIFA.

 

 

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