Hoy a Osorio lo sostienen los 16 puntos que ha conseguido de los 18 disputados y el paso invicto en la eliminatoria. Pero los señalamientos van más allá de lo estadístico y tiene que ver con lo que se ve en la cancha, con lo que el aficionado común observa y ahí, nada tienen que ver los números.

Pareciera que no hay química entre el técnico nacional y los jugadores importantes del equipo. Y cuando se dice importantes es en referencia a aquellos que tendrían que fungir como líderes y ejemplo, pero no lo han hecho.

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Osorio mantuvo su rotación en la portería. Si hay algo que le molesta a los futbolistas es no sentirse titular o no saber si jugará a pesar de que tenga un buen partido en el anterior compromiso. Ese es uno de los pecados del colombiano, no ha sabido ganarse la confianza de los futbolistas al crear un ambiente de incertidumbre que no le ha beneficiado.

Después están los cambios por necesidad que en esos no se debe reprochar nada, por lesiones o bajas de juego, aunque igual ha fallado en la lectura de los momentos que viven algunos elementos que no están finos. Ese su trabajo, el de selección, sí ha tenido fallas que debería reconocer en una autocrítica.

Por lo menos ya mantuvo el dibujo sobre la cancha y no fue de uno a otro con el poco tiempo de trabajo que tiene. Osorio tiene claro cómo hacer su salida con el balón en corto y en largo, con esos cambios de orientación que intenta implementar, pero que pocas veces han sido efectivos.

Con sus tres mediocampistas, uno de contención y dos interiores que tienen la misión de pisar el área, pero que en los últimos dos partidos lo hicieron poco o de manera poco organizada. La teoría del colombiano dice que el centro delantero debe ocupar el espacio entre los centrales y el contención rival para ser referente de pase y después descargar a uno de los costados para ir al área. Pero esto sucedió pocas veces ante El Salvador y Honduras.

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Los extremos, que deberían ser más encaradores, lo intentaron poco y con escaso éxito. Pocas llegadas a línea de fondo y un ataque que pasa más por lo individual que por lo grupal. Urge que el técnico encuentre la mejor forma de su teoría y que la ponga en práctica para lo que le viene con la selección nacional, que no es poca cosa.

Luego está lo de ganarse la confianza de los jugadores, de sanar las heridas con las que comenzó este proceso y convencerlos de que ninguna decisión es personal, ni para bien ni para mal. Elegir mejor a los jugadores para la posición que necesita, según lo que ha planeado, y dejar de poner las características del rival por encima de lo que debe ser su identidad.

Osorio tendrá dos partidos de preparación previo al arranque del Hexagonal rumbo a Rusia 2018, dos juegos en los que quizá no tenga a todos los elementos seleccionables que militan en Europa, pero que le darán la oportunidad de darse cuenta de que quizá no todos pasen por su mejor momento y que nadie es indispensable en esta selección nacional.