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Mira

5, octubre 2016 - 13:04

┃ Luis García Olivo

marmuerto

Madaba, Jordania.- Día cinco, escala en el Mar Muerto, que de muerto solamente tiene el nombre, ya que en sus aguas se vuelve a la vida.

Una estancia en él durante 25 minutos y después un baño de lodo rejuvenece la piel. Se logra recuperar esa piel de bebé que muchos atesoran cuando se está avanzado en añitos, aunque esto implique ardor, dolor e incomodidad en el cuerpo durante el tiempo en que se participa en esta actividad tradicional en un mar tan antiguo como las viejas escrituras bíblicas.

Más que un mar es un gran lago, en él no hay oleaje y menos la vida marina que debido a sus altos índices de sales imposibilitan la existencia animal o vegetal. El exceso de salinidad de las aguas logra que los cuerpos floten y que en verdad se nade de “a muertito”.

El mar Muerto es visitado por muchos turistas de todas partes del mundo para vivir la experiencia de flotar con libro o revista en mano. Los cuerpos flotan y nada se hunde, el ardor es total en heridas y rozaduras, y si por error entra agua a los ojos el dolor es inmedible.

Beberla también es una sensación extraña, el sabor es excesivamente salado. El lodo limpia la piel y la libra de las impurezas, pero todo tiene un precio y el ardor sigue.

Los grandes niveles de sal quedan demostrados en las rocas, que están cubiertas con ella, lo que se convierte en una gran postal. El momento es único e incomparable, ya que solo aquí, en el punto más bajo de la tierra, al estar a 420 metros por debajo del nivel del mar, se puede tener una experiencia completamente indisoluble en donde se logra estar más vivo que nunca. (Luis García Olivo/ Fotos: Ramón Romero/Enviados especiales)

 

 

 

 

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