NASHVILLE, TN.- Juan Carlos Osorio no deja los papeles en los que ha anotado todo lo referente a la práctica. Los puede manosear, hacer rollo y arrugar, pero no los suelta. Involucrado en el entrenamiento se acerca a los futbolistas, les habla, dirige.

Inician las voces del Osorio. El tono del colombiano se distingue a la distancia. Están sobre el césped del Nissan Stadium, cerca del mediocampo. Grita.

“Tenemos que mejorar la intensidad”, se escucha entre todo el ruido que se genera en la cancha. Así es el futbol. Atentos a la Pelota y a las voces del entrenador, quien señala, brinca y mueve a sus jugadores.

Se dirige a Giovani dos Santos después de lo que en sus palabras sería un buen cambio de orientación. “Esa, esa”, le dice. Y así le siguen el resto de los futbolistas. Por ejemplo: “Ahora”, va sobre un par quienes fueron al dos contra uno en la marca.

Pero hay más. “Ahí mismo, encuentre esa”, le dice a Hedgardo Marín, quien ha sido habilitado para recibir el balón y lo vio con algo de duda.

Se hace una pausa sobre el terreno de juego, alguien envío el balón sobre las piernas del entrenador y este reanuda el ejercicio con bote a tierra. Solo así detiene la práctica que es más de toque de balón que de otra cosa, en esos momentos.

Luego, de manera intempestiva, va sobre uno de los de reciente convocatoria a selección nacional: “Gallardo quiero verlo enfrentando a él”, le solicitó al volante de los Pumas. Pero éste es juego en esto y todavía tiene que aprenderse algunas mañas. Eso sí, atiende al regaño.

Siguen las palabras de Osorio, quien no deja de comunicarse con sus futbolistas. Al final algunos apuntes en esas hojas que ya parecían pergamino de lo arrugadas y a lo que sigue que la práctica aún no finalizaba.