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8, octubre 2016 - 10:11

┃ Alejandro Alfaro

Nota-Fut-america-88-89

 

FOTO FOTOTECA, HEMEROTECA Y BIBLIOTECA MARIO VÁZQUEZ RAÑA

Sin lugar a dudas, los 80 fueron la época dorada del americanismo, y esta década no podía cerrar de otra forma que no fuera con un título, mismo que sería el broche de oro a una etapa que marcó a generaciones de aficionados al futbol en nuestro país.

Con un Bicampeonato fue como las Águilas concluyeron la hegemonía marcada en nuestra Liga, misma que tuvo como colofón una final contra Cruz Azul, equipo que años atrás les arrebató contundentemente un título en la época donde Carlos Reinoso y Miguel “Gato” Marín eran las figuras en los respectivos equipos.

Contrario a lo que habían sido otros torneos, América avanzó a la Liguilla de forma apretada. Una diferencia de un par de puntos pudieron haberlo dejado afuera. Al final del día, 43 puntos lo dejaron como líder del grupo 1, que compartía precisamente con La Máquina, y como sexto lugar general.

Cabe mencionar que, contrario a lo ocurrido en Liguillas previas, esta vez no hubo formato de eliminación directa por series de cuartos de final y semifinal. La modalidad consistió en armar dos grupos de cuatro equipos, en donde se enfrentarían todos entre sí con partidos a ida y vuelta, para que al término de los choques, el equipo con más puntos de cada grupo avanzara a la Gran final.

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Para este caso, América y Cruz Azul fueron los respectivos ganadores, por lo que dieron pie a una final que generó bastantes expectativas, por lo que ambas instituciones representan y la rivalidad que hay entre las hinchadas de uno y otro cuadro.

Con dos partidos en un estadio Azteca pletórico, los equipos no quedaron a deber. Las emociones abundaron de principio a fin con una serie peleada palmo a palmo. Primeramente, la noche del 13 de julio de 1989, bajo una auténtica tormenta, América tomó ventaja por marcador de 3-2 con anotaciones de Zague, Carlos Hermosillo y Antonio Carlos Santos. Siendo la primera la más recordada por una pifia increíble del arquero Pablo Larios, quien equivocó increíblemente en la salida de su equipo y le regaló el esférico al “Hijo del Lobo Solitario” para que abriera el marcador. Porfirio Jiménez y Cuevas fueron los que hicieron presentes a los celestes en aquel encuentro.

El descanso fue necesario. Las pulsaciones tenían que bajar y dejar todo listo para el encuentro de vuelta, el cual se celebró el 16 de julio de 1989 a medio día. La cita estaba pactada y no había mañana para azulcremas y cementeros.

Primero Juan Hernández en una triangulación perfectamente bien ejecutada se encargó de romper el cero. Su festejo eufórico contra la reja y con los aficionados fue una de las estampas más recordadas del cotejo. Sin embargo, Cruz Azul no estaba dispuesto a regalar nada, así que antes del entretiempo, Patricio Hernández y Ricardo Mojica le dieron la vuelta al marcador y empataron el global ¡Qué final!

Los últimos 45 minutos fueron pura tensión y nerviosismo, pero llegó una descolgada fulminante de las Águilas, en la que Antonio Carlos Santos asistió de forma inmejorable a Carlos Hermosillo, quien sin pensarlo definió cruzado y a la base del poste derecho para dejar sin posibilidad alguna a Larios. Tan pronto la pelota besó la red, el delantero abrió los brazos en simulación al vuelo del águila y dio la vuelta alrededor del tiro de esquina. Fin de la historia.

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Al concluir el encuentro, Jorge Vieira, técnico de las Águilas, se mostró feliz por obtener su segundo título al hilo en su segundo año en México.

“Claro que estoy feliz. Es mi segundo año en América y mi segundo título. Quiero felicitar a todos los que hicieron posible esto; jugadores, directiva y aficionados. A todos ellos, muchas gracias. Yo no gané nada, sólo ayudé a hacerlo”, expresó.

De esta forma, concluyó una década de ensueño para América. La cereza en el pastel de los años maravillosos, previo a entrar a una época diametralmente opuesta a lo vivido hasta ese momento.

 

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