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28, octubre 2016 - 9:02

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POR: JOSÉ ÁNGEL PARRA

Estupefacto, desencajado, así luce el semblante del “Chiquis” Rafael García, auxiliar de Ricardo La Volpe, fiel reflejo del ausente “Bigotón” en la zona técnica amarilla, mientras las playeras rojiblancas celebran tras la delirante serie de penaltis en la que Chivas ensucia el Centenario de América en el mismísimo estadio Azteca.

El yerno del vetusto estratega argentino se escuda en la figura arbitral para justificar la primera derrota de La Volpe tras su regreso a Coapa. Mas no hacen falta más descalabros para saber que su continuidad en el cargo peligra más que nunca y todo depende de que conquiste el título de Liga MX. Sólo así. Sólo así…

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Perder el Clásico Nacional en una histórica semifinal de Copa MX –cargada de expectación–, en el contexto del Centenario azulcrema, simboliza el primer fracaso para un equipo llamado a ganarlo todo en el último semestre de 2016. Y La Volpe, que desde su arribo presumía la etiqueta de invicto –más allá de que no era convincente–, ahora carga con una losa similar a la de una serie de tropiezos peor que la que llegó a registrar Ignacio Ambriz a la mitad de la temporada.

El pasaje, si guardamos las debidas distancias, es comparable con la carga que aún levanta el técnico colombiano Juan Carlos Osorio. Y aunque indudablemente no es lo mismo el 7-0 de Chile sobre México, en la Copa América Centenario, al desenlace en penaltis entre Águilas y Chivas, en el estadio Azteca, de inmediato los señalamientos hacia el polémico “Bigotón” lo catalogan con una postura defensiva, ausente de arrojo y cuyo principal pecado ha sido sentar –en la agonía del compromiso– a Oribe Peralta. Y, peor tantito, dejar en el banquillo a Osvaldo Martínez y Silvio Romero.

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La Volpe, en la percepción de algunos, recula al emplear a jugadores inexpertos, como Edson Álvarez y Carlos Rosel –quienes ingresan más en calidad de refresco–, a diferencia de lo realizado por Matías Almeyda, quien ejecuta ajustes más atinados –al meter al “Conejito” Brizuela, Orbelín Pineda y Ángel Zaldívar– en busca del empate. En otras palabras, él sí no se ha guardado nada en pos de rescatar el partido. Y le ha resultado.

El duelo, desde el tablero de ajedrez, significa un jaque. Justo al orgullo de alguien que asegura que en lo táctico “roba” en el futbol mexicano.

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